viernes, 20 de mayo de 2011

Confesión de fe

Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos.
1 Corintios 8:6.


Lectura diaria: 1 Corintios 8:1-8. Versículo para destacar: 1 Corintios 8:6.


ENSEÑANZA


Dios exige de nosotros completa lealtad y devoción. La Biblia nos enseña que es un Dios celoso. Hablando sobre la idolatría en los Diez Mandamientos nos dice: “No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo el Señor tu Dios, soy un Dios celoso” (Éx. 20:4). También nos manifiesta que: “Los ídolos de los paganos son de oro y plata, producto de manos humanas. Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos pero no pueden ver; oídos pero no pueden oír. ¡Ni siquiera hay aliento en su boca! Semejantes a ellos son sus hacedores y todos los que confían en ellos” (Salmo 135:15-18). No podemos decir que amamos a Dios, pero confiamos más en tal o cual santo, porque es completamente ilógico; por eso la relación de Cristo con su Iglesia es exactamente igual a la del matrimonio: “Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia” (Ef. 5:23). Un esposo no entendería que su esposa le diga que lo ama entrañablemente pero que sin embargo existe otra persona en su vida. La confianza, el amor y el culto máximo son solo para nuestro Dios, a quien debemos toda adoración. En la lectura del día, Pablo también afirma que un ídolo no es absolutamente nada y que de hecho hay cantidad de “dioses” y “señores”, pero debemos tener cuidado y no dejarnos engañar porque el mentiroso y engañador es Satanás, quien quiere alejarnos de la verdad.


Jesús, es el Rey de reyes y el Señor de señores. Enviado por el Padre para restituir al hombre con Él. Es el único camino para llegar a Dios Padre y murió, padeció y resucitó para salvarnos de la condenación. El Señor Jesucristo está a la puerta llamando a todo aquel que crea en Él para ofrecerle una vida diferente. ¿Deseas aceptar esa invitación? Es muy sencillo, lo puedes hacer a través de una oración como esta:

Amado Jesús: Te abro la puerta de mi vida y te acepto como mi único Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados, toma el control del trono que hasta ahora yo manejo con mi ego y hazme la persona que tu quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo; por perdonarme y limpiarme y por darme una nueva vida contigo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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