jueves, 26 de mayo de 2011

Hacer tu voluntad

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.
Salmo 143:10.


Lectura diaria: Salmo 143:1-12. Versículo para destacar: Salmo 143:10.


ENSEÑANZA


Aprender a hacer la voluntad de Dios no es fácil. Si no es fácil someterse a las autoridades que se están viendo, mucho menos se obedece a Dios a quien no se ve. El corazón del hombre está lleno de rebeldía y considera que su ego siempre tiene la razón.

En el “Padre Nuestro”, el Señor nos enseñó a aceptar la voluntad del Padre, pues dice así: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mt. 6:10b). Muy seguramente se repite esta oración, simplemente como lo que repiten los loros, sin tener el menor grado de conciencia sobre lo que significan estas palabras. Dios quiere que aprendamos a acatar su voluntad y dentro de su voluntad, están los designios que nos tiene a cada uno.

Lo mejor que podemos hacer es rendirnos completamente al Señor; cuando leemos y estudiamos su Palabra vamos entendiendo qué es lo que Él espera de nosotros y su voluntad siempre va a ser buena, agradable y perfecta (Ro. 12:2); siempre quiere ofrecernos una vida abundante y con un propósito definido, pero para esto tenemos que aprender a obedecerle; si nos dice este no es el camino correcto, dar media vuelta y seguir por el suyo. Sus caminos no son los nuestros y ¿quién más que Dios para saber lo que nos conviene como hijos suyos que somos? Tal como guía un padre a su hijo aquí en la tierra, lo hace con nosotros, Dios nuestro Padre Celestial.


Para empezar a practicar su voluntad, empecemos por decirle al Señor que cumpla en cada uno, solamente lo que Él vea que nos conviene porque esa es su santa voluntad; lo demás que lo deseche así nos duela. Que podamos decir como David: “Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí” (Sal. 40:8).

Esto es en realidad, permitirle a Jesús que tome el timón de nuestra vida. ¿Deseas que así sea contigo? Puedes empezar por entregarle tu vida a Él y el Señor cada día te irá enseñando cuál es su voluntad respecto a ti; podemos orar así:


Señor Jesucristo, yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador; toma el control del trono que hasta ahora yo manejo, y hazme la persona que de acuerdo a tu voluntad, deseas que yo sea. Gracias por perdonarme y darme una nueva vida contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: