domingo, 30 de enero de 2011

¡Siempre te daré gracias!

Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta, para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!

Salmo 30:11-12.


Lectura diaria: Salmo 30:1-12. Versículo para memorizar: Salmo 30:12.


ENSEÑANZA


Mirando hacia atrás, hacia todo aquello que me hizo daño rrecuerdo cuando leía en Isaías 43:18-19 que olvidara las cosas de antaño y no viviera más en el pasado. Siempre lo asimilé con mi estadía en el llano donde fue una época floreciente y recordaba con nostalgia todo aquello. Sin embargo, el Señor me decía también que estaba haciendo algo nuevo y ni siquiera me había dado cuenta de ello. ¿Cómo entender su obra en mí, si cada día, la situación se complicaba más al punto de permitir Dios tocar mi propia vida?

Mi mente decía no mientras mi corazón decía, sí. La fe y la constancia en oración de la iglesia, de amigos, familiares y en especial de mis hijos mayores, lograron sostenerme en ese tiempo y salir avante. Sin embargo, cuando me vi abocada ante una enfermedad maligna, me imaginé que ya no había nada más por hacer, pero fue entonces, cuando el Señor me habló y empecé a compartir con todos ustedes mis devocionales. ¡Qué mal pensé! No era el final de un drama sino el comienzo de una nueva primavera y la parte b del versículo mencionado de Isaías, se estaba haciendo realidad: el Señor estaba abriendo un camino en el desierto y ríos en lugares desolados.

Hoy puedo cantar como David: cambiaste mi lamento en danza y me quitaste la ropa de luto que llevaba encima. Me vestiste de gala. ¿Para qué? Para que precisamente les comparta a ustedes de ese Dios grande y maravilloso que tenemos y no me quede callada. Para que le dé toda la honra y gloria, porque es Él quien la merece. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!

A todos los que siguen mis devocionales le puedo decir con absoluta seguridad, que Dios ante todo es fiel y nunca nos permitirá pasar pruebas más allá de lo que podamos aguantar; además de todas ellas nos sacará el Señor (Sal. 34:19), a su debido tiempo.


Si en tu angustia te sientes desfallecer y nunca antes has tenido la oportunidad de tener una relación personal con Jesús, te invito a orar así:


Señor Jesús: Hoy te necesito más. Deseo que vengas a mi vida y cambies mi duelo en danza para también tener la oportunidad de hablarles a otros de ti. Perdona mis pecados y dame una nueva vida para vivirla contigo. Gracias Señor por tu fidelidad, por perdonarme y limpiarme y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu. En el nombre de Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: