miércoles, 12 de enero de 2011

Promesa de Dios

Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!

Génesis 12:2-3.


Lectura diaria: Génesis 12:1-9. Versículo para memorizar: Génesis 12:2.


ENSEÑANZA


La bendición según Wikipedia, es la expresión de un deseo benigno dirigido hacia una persona o grupo de ellas. Para el pueblo de Dios, es la oración más corta que podemos regalar a otros, con el deseo profundo de que Dios los proteja y colme de beneficios físicos, materiales y espirituales con el poder del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Nosotros, no solamente por ser simiente de nuestro padre Abraham sino en especial por Jesucristo recibimos todas las bendiciones.

Dios buscó a Abram y lo escogió para establecer un pacto con él, de tal manera que su nombre cambió a Abraham que significa padre de multitudes. Esto se ha cumplido, Abraham es padre de árabes, judíos y gentiles y es ahí donde nosotros entramos por adopción. Como injertos a la rama. “Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa” (Gá. 3:29). De antemano a Abraham se le confirmó: “por medio de ti, serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Lo único que hizo Abraham fue creerle a Dios y esto se le tomó como justicia (Gá. 3:6).

Definitivamente para tener todas esas ricas bendiciones, solo se necesita creerle a Dios. Creer lo que dice en su Palabra. Dios también quiere escogerte a ti, para que por tu intermedio puedas llevar bendición a otros. Jesucristo es el eje de la historia y a través de Él podemos lograr que triunfe la justicia porque “en su nombre pondrán las naciones su esperanza” (Is. 12:21). Desde el momento en que recibimos a Cristo y pasó a ser el Señor de nuestra vida, quedamos sellados con el Espíritu Santo y señalados como bendecidos. Ante esto, por más que Satanás quiera tocarnos y destruirnos no lo puede lograr, porque ya hemos sido comprados con su sangre. Dios nos ha bendecido ya con toda bendición espiritual en Cristo (Ef. 1:3). Tenemos su sello y poder para alcanzar la vida abundante que nos prometió.

¿Deseas creerle a Dios y estar dentro del círculo de los bienaventurados hijos de Dios? Es muy fácil, con una corta oración lo puedes lograr. Te puedo sugerir la siguiente:


Amado Padre Celestial: Hoy como a Abraham quiero que me justifiques por la fe al creer en tu Hijo Jesús. Señor Jesús, toma mi vida; te la entrego para que hagas de mí una nueva persona, para que perdones mis pecados y me des esa vida abundante, llena de bendiciones que me has prometido. Gracias por hacerlo como lo has dicho. ¡Lo creo Señor! En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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