sábado, 22 de enero de 2011

el banquete del Señor

El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir.
Mateo 22:8.


Lectura diaria: Mateo 22:1-14. Versículo para memorizar: Mateo 22:8.


ENSEÑANZA


La parábola del banquete de bodas es una enseñanza dejada por el Señor Jesús, para mostrarnos cómo el hombre a pesar de ser invitado a entrar en su reino, prefiere tomar despectivamente la invitación y hacer caso omiso de ella. El Rey es Dios Padre y la boda es la de su Hijo Jesús. Sus primeros invitados fueron los del pueblo de Israel pero éstos lo rechazaron; no entendieron que el Cristo primero vendría como el Mesías sufriente y luego sí como el reinante. La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular” (Sal. 118:22). Jesucristo es la piedra angular y en ningún otro hay salvación “porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos” (Hch. 4:12). Así que nosotros, los gentiles los que no pertenecemos al pueblo judío somos los invitados del camino y para entrar al banquete debemos vestirnos con ropas limpias, es decir, aprobar el sacrificio de Jesús por nuestros pecados.

Cuando el Señor regrese por su Iglesia se realizarán las bodas del Cordero, a la que asistiremos todos los que aceptamos su invitación. “¡Aleluya! Ya ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso. ¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente” (Ap. 19:6-8).

Tú haces parte también de esa invitación y en ti está el tomarla o rechazarla. ¡No te quedes por fuera de tan grande acontecimiento! Apocalipsis 3:20 dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo”. Dios está tocando a la puerta de tu vida; de ti depende si le dejas entrar. Si deseas hacerlo te invito a orar así:


Amado Dios: Gracias por invitarme al banquete de bodas de tu Hijo, quiero ser parte de los que la aceptaron. Señor Jesucristo, toma mi vida, te la entrego para que hagas de ella lo que más me convenga de acuerdo a tu voluntad. Gracias Jesús por perdonar mis pecados y permitirme estar en la celebración, como miembro de tu Iglesia que ahora soy. Vísteme con ropas finas y resplandecientes como digno(a) de estar allí. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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