miércoles, 19 de enero de 2011

La obra de sus manos

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.
Salmo 19:1.


Lectura diaria: Salmo 19:1-14. Versículo del día: Salmo 19:1.


ENSEÑANZA


Por lo general, cuando salimos de paseo o vamos de vacaciones es cuando podemos contemplar el esplendor de las maravillas del Señor. Le doy gracias a Dios, por este tiempo que nos regaló aquí en el llano. En las noches cuando no he podido conciliar el sueño, salgo al balcón de mi alcoba y mecida en el chinchorro, vislumbro un cielo azul grisoso despejado y cubierto de estrellas. He tenido también la oportunidad de adentrarme un poco en su llanura y es hermoso divisar una sabana completamente plana donde se ven las garzas revolotear al lado del ganado y observar a lo lejos un sol que va cayendo para darle paso a una gran señora majestuosa e imponente que va saliendo redonda e hinchada con destellos carmesí, como queriendo saludar y presentarse hermosa ante su Señor y Creador. Desafortunadamente en la capital, el agite de la vida, la construcción con tantos ladrillos e incluso la misma contaminación de la ciudad nos van alejando de lo sorprendente que es su obra maestra.

Aprendamos a maravillarnos en su creación así sea en la ciudad. Los jardines que vemos a nuestro alrededor, el perfume de las flores, el calor del sol, la lluvia que cae; todo esto es suyo y lo ha puesto a nuestros píes para nuestro deleite y satisfacción. Alabémosle por su grandeza. Olvidémonos por un momento de la ciencia y la tecnología, de los afanes cotidianos, de las tristezas y desilusiones, y contemplemos la gloria de Dios magnificada en la obra de sus manos. Todo fue hecho con su sabiduría soberana; los cielos y los campos cuentan la gloria de Dios “Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!” Salmo 8:1.

Cuando tenemos el Espíritu de Dios, nos queda más fácil contemplar su hermosura. “Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! ¡Padre!” (Gá. 4:6). ¡Abba Padre! Tú eres mi Dios; mi razón de ser; la luz que me ilumina; la roca de mi salvación; eres mi esperanza y mi todo. Sin ti no soy nada. Por tu infinito amor, me has entronizado en medio de tu maravillosa creación.

Si nunca has tenido la oportunidad de tener una relación personal con Dios, de manera que puedas dirigirte a Él como al Papito Dios que es, te puedo sugerir esta oración:


Amado Padre celestial: Deseo tener el Espíritu de tu Hijo Jesús, para decirte: “Papito mío” y aprender a deleitarme en tu maravillosa creación. Señor Jesús, ven a mí, toma mi vida, te la entrego. Gracias por entrar en mi vida, por llenarme de tu Santo Espíritu y enseñarme la majestuosidad de tu creación. En el nombre de Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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