domingo, 23 de enero de 2011

Como el amor de madre

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!
Mateo 23:37.


Lectura diaria: Mateo 23:1-39. Versículo para memorizar: Mateo 23:37.


ENSEÑANZA


No podía el Señor poner mejor comparación del amor de madre que el de la gallina. Así como ella cuida a sus pollitos para librarlos de cualquier daño y brindarles su protección y amor, también una madre lo hace con sus hijitos, a los cuales sean adultos, los estará cuidando y velando porque no desea que les suceda nada malo.

El ejemplo del Señor es para demostrarnos hasta dónde llega su amor por nosotros y sin embargo, pasamos ante Él con indiferencia y apatía sin darnos cuenta el amor, la misericordia y constancia que tiene para por fin llevarnos en sus brazos. Su amor es incomparable; el nuestro puede fallar pero el suyo es inmutable, nunca deja de ser. “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos” (Sal. 27:10).

¿Crees que nadie está interesado en ti y no sientes el amor ni siquiera de una madre? Jesús está aquí, mirándote. Observando tus ires y venires; y aunque no lo veas ni lo entiendas, siempre ha estado a tu lado cuidándote. Su amor es infinito y quiere cobijarte bajo sus alas protectoras. No le rehúses, déjate llevar por Él. No esperes a mañana, quizá pueda ser tarde. Deja ya la indiferencia y el orgullo y lánzate en sus brazos amorosos.


ORACIÓN


Señor Jesús: deseo sentirme amado(a) por ti y que me guíes por tu camino lleno de la paz y el sosiego que tu das. Ven a mi vida. Te necesito; te abro la puerta de mi corazón y ahora te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por entrar en mí, por perdonar mis pecados, por cuidarme y abrigarme como lo hace una gallina con sus polluelos, y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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