sábado, 30 de enero de 2010

Ya no llorarás más

Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás.

Isaías 30:20.

Lectura diaria: Isaías 30:19-26. Versículo del día: Isaías 30:20.

ENSEÑANZA

Ayer no fue uno de esos días en que se dice: “¡Uff, qué bien me fue hoy!”. Al contrario, tuve que ir al juzgado donde a veces se me ocurre es donde menos se hace justicia. Ya por la mañana había pensado escribir el devocional nuevamente sobre la injusticia social que vivimos en los tiempos actuales (al final, resolví redactar sobre el engaño, teniendo en cuenta a Jacob), al leer en Isaías 29:15-21 pasajes como “¡Ay de los que, para esconder sus planes, se ocultan del Señor en las profundidades!”; “¡Qué manera de falsear las cosas!”; “Se desvanecerán los despiadados, desaparecerán los insolentes, y todos los que no duermen para hacer el mal serán exterminados. Los que con una palabra hacen culpable a una persona, los que en el tribunal ponen trampas al defensor y con engaños perjudican al inocente” (versos 15a, 16a, y 20-21). Pensaba muy intensamente en “los que en el tribunal ponen trampas al defensor”. Sí, desafortunadamente eso se ve a diario en los estrados judiciales Gracias a Dios, el Señor dice que todas estas cosas saldrán a la luz y ya no seremos más avergonzados (verso 22). Me animó mucho anoche leer un versículo de casualidad; creo que Dios lo puso ahí para mí: “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (Deuteronomio 31:8), no temas ni te desanimes, sigue adelante Dora, me dije; si el Señor está contigo, ¿quién contra ti?. Con este versículo en mi mente, concilié el sueño. Hoy al amanecer y hacer mi devocional, el Señor me dice muy claro que en el arrepentimiento, la calma, la serenidad y la confianza está mi salvación y mi fuerza. Él se levantará para hacerme justicia; se apiadará y me responderá prontamente. Aunque aparentemente siga llegando la adversidad y la aflicción, mi Maestro no se esconderá más. Podré ser testigo fiel de las lluvias de bendiciones que derramará sobre mi familia y sobre mí (Isaías 30:15-26). Esto es parte de mi historia y te animo para que sea cual sea la situación que estés afrontando, sepas que el Maestro, nuestro Señor y Dios estará ahí presente, y nunca nos dejará y abandonará. Mantengamos la calma, el sosiego y en especial la confianza en quien hemos creído.

Un abrazo y bendiciones.

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