lunes, 18 de enero de 2010

El don de la hospitalidad

Ya que han pasado por donde está su servidor, déjenme traerles algo de comer para que se sientan mejor antes de seguir su camino.

Génesis 18:5.

Lectura diaria: Génesis 18:1-15. Versículo del día: Génesis 18:5.

ENSEÑANZA

Déjenme decirles, que si he visto una parte de Colombia donde verdaderamente sean hospitalarios, es en el Llano. Mi suegra, una mujer criada y formada en hatos sabaneros del Casanare, ha sido digna de mi admiración en este sentido. Aún viviendo en Yopal, ciudad que a la fuerza se convirtió en pequeña metrópoli a causa del petróleo, donde el correr a todas horas por fuerza del trabajo ya no daba tiempo para deparar en los viajeros de la región, no pudo arrebatarle a ella ese magnífico don. Ya residenciada en el casco urbano, nunca, en el tiempo que viví en ese hermoso llano supe de alguien que hubiese ido hasta su casa a pedirle albergue y se lo hubiera negado. Es que es más, ni siquiera tenían que hacerle la solicitud, ella se desmandaba en atenderlos fueran importantes o humildes campesinos y como mucho decirles: “guinde el chinchorro por ahí, en algún lugar que aquí hay campo para todos” (personalmente, nunca había escuchado el verbo guindar, en ese mi llano aprendí que era levantar, colgar o amarrar los lazos en los que se sostienen las hamacas o chinchorros). Tengo que ser muy sincera y reconocer que en mi hogar materno, nunca vi a flote ese don de servicio y de hospitalidad. He sabido por muchos que mi padre sí ha sido de ese talante. Quizá cosas como esas fueron las que lo distanciaron de mi madre; aparte, su deseo aventurero de explorar precisamente el llano. A veces creo que llevo en la sangre también el amor por esa llanura, unas veces inhóspita y otras amorosa y consentidora. A lo largo de la Biblia, se relatan muchos casos de hospitalidad, tal vez era común en la gente de esa época. Abraham es un ejemplo de ello. El Evangelio de Mateo nos habla claramente que cuando el Hijo del hombre venga en su gloria dirá a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento” (Mateo 25:34-35). Muy seguramente, responderemos diciendo que cuando hicimos tales cosas. “el Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25:40). Más adelante en la carta a los Hebreos se nos exhorta a practicar la hospitalidad, afirmando que gracias a ella, algunos sin saberlo, hospedaron ángeles (Hebreos 13:2). Así que aprendamos la lección y si no tenemos ese don, pidámoselo a Dios que Él se encargará de regalárnoslo.

Un abrazo y bendiciones.

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