viernes, 22 de enero de 2010

El mandamiento del amor

Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente –le respondió Jesús–.

Mateo 22:37.

Lectura diaria: Mateo 22:34-40. Versículo del día: Mateo 22.37.

ENSEÑANZA

El Señor Jesús resume la ley en el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. El primero y más importante, amar a Dios sobre todas las cosas. De ahí se desprende el segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (verso 39). Ambos están estrechamente vinculados. El amor al prójimo debe ser activo y concreto como nos lo ordenó Jesús en el pasaje donde nos habla de darle al que nos pida y de ser necesario entregar la capa, así sea nuestro enemigo (Mateo 5:38-47). Si Dios nos ama incondicionalmente, nosotros también debemos de esta manera dar amor. De ese amor total, desinteresado y abnegado el Señor nos ha dado el ejemplo perfecto (Juan 10:11; 15:13 Y 1ª. Juan 3:16), dar la vida por sus amigos. Amar a Dios por encima de todo implica tenerlo siempre en el primer lugar. Encima de nuestro hogar, esposo e hijos; encima del amor al dinero y las riquezas. Cualquier cosa diferente que esté ocupando ese puesto ya encierra pecado en nosotros, porque Dios es un Dios celoso y no quiere que nada, absolutamente nada ocupe su lugar. Si decimos que amamos a Dios pero odiamos a nuestro hermano, somos mentirosos; pues si no amamos al hermano que hemos visto, mucho menos a Dios a quien no hemos visto (1ª. Juan 4:20). Definitivamente, si en verdad amamos a Dios, nos queda fácil amar al prójimo. Démosle a Dios toda la reverencia, el temor y adoración que Él se merece por ser quien es. Las características del amor manifestadas en la escritura son: personal, voluntario, selectivo, espontáneo, exclusivo y redentor, todo esto encierra la frase “Dios es amor”. Y ese mismo amor es el que Dios tiene dispuesto para sus hijos. Aprendamos a amar a Dios con todo nuestro corazón, todo nuestro ser y toda nuestra mente, para que ese amor se irradie también hacia los demás.

Un abrazo y bendiciones.

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