sábado, 23 de enero de 2010

Lamento por Jerusalén

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!

Mateo 23:37.

Lectura diaria: Mateo 23:1-39. Versículo del día: Mateo 23:37.

ENSEÑANZA

Si hay algún pasaje que me conmueva en la Biblia, es este. Aquí el Señor encierra todo su dolor, tristeza, compasión, amor y misericordia por los habitantes de “su Jerusalén”. Se compagina su naturaleza divina con la humana. Notemos que antes de pronunciar este lamento, denuncia fuertemente a los maestros de la ley y a los fariseos, llamándolos hipócritas, guías ciegos, ciegos insensatos, y aún ¡serpientes, camada de víboras! Definitivamente el Señor los conocía muy bien y sabía lo que en realidad había en sus corazones. ¿Por qué les llama así? Porque imponen cargas pesadas a los demás y ni siquiera ellos mueven un dedo para levantarlas. Porque cierran el camino a los otros al reino de los cielos y ni entran ellos ni dejan entrar. Porque juran en vano. Porque se preocupan por el diezmo y abandonan cosas importantes como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Hay que hacer ambas cosas. Porque cuelan el mosquito y se tragan el camello. Porque por fuera lucen hermosos y dan la impresión de ser justos, pero por dentro están llenos de podredumbre y de maldad. Aprendamos la lección de este devocional, reflexionando sobre “nuestra Jerusalén”, el sitio donde nos estamos moviendo (hogar, oficina, barrio, etc.), para que de verdad nuestro decir sea nuestro sincero sentir; no imitando a los fariseos, sino en una palabra, siendo auténticos testigos y como dice al apóstol Pablo, esforzándonos por presentarnos ante Dios aprobados, como obreros que no tenemos de qué avergonzarnos e interpretando rectamente la palabra de verdad (2ª. Timoteo 2:15).

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios:

Hazme entender que exclusivamente dependo de Ti

Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida! La vida que...