miércoles, 27 de enero de 2010

La decisión de Pilato

Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. Soy inocente de la sangre de este hombre –dijo–. Allá ustedes.
Mateo 27:24
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Lectura diaria: Mateo 27:11-26. Versículo del día: Mateo 27:24.

ENSEÑANZA

Por lo visto en este relato, las ansías de poder han prevalecido a lo largo de la historia. De ninguna otra manera se puede entender como siendo Pilato el gobernador, la autoridad competente de esa región, se dejase llevar por la multitud y no impartiera verdadera justicia. Sabemos que Dios Padre de antemano tenía todo planeado de esa manera; sin embargo, al igual que a Judas le cayó ese “¡ay de aquel que lo traiciona!” (Mateo 26:24), creo que también puede suponerse para el hombre que tuvo en sus manos el contravenir el deseo del pueblo judío. No obstante, existe una marcada diferencia: Pilato siguió con vida. Fue testigo de los sucesos siguientes a la crucifixión tales como el saber que la cortina del templo judío se rasgó en dos de arriba abajo; que la tierra tembló y se partieron las rocas; y que los sepulcros se abrieron y muchos resucitaron. Debió ser testigo auténtico de la resurrección del Señor. Todos estos acontecimientos siendo la persona quien era, son difíciles de pensar que no los presenció. De Pilato se han dicho muchas cosas e incluso en alguna ocasión leí un libro donde se concluía que él había reconocido a Jesús después de lo que hizo, como el Mesías y se había convertido al cristianismo. No estoy segura si la tradición habla algo al respecto pero sí creo que pudo ser así. Primero porque su esposa estaba inquieta por la decisión de su marido (verso 19), lo cual debió influir en él y segundo por lo descrito anteriormente. Que Dios haya permitido su conversión, igual a la del centurión y sus acompañantes y haya exclamado en algún momento como ellos: “¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios” (Mateo 27:54), no debe extrañarnos, porque su misericordia no tiene límites. Personalmente, lo prefiero de ese modo. Como lección aprendamos a ser consecuentes con la autoridad que Dios nos ha permitido impartir, para que después no tengamos cargos de conciencia que nos roben la paz.

Un abrazo y bendiciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://noticiasistic.blogspot.com.es/2012/05/el-istic-y-la-coleccion-fe-cultura.html

Muy interesante yo he escrito un libro sobre el tema desde mi perfil de magistrado. le adjunto al referencia