jueves, 21 de enero de 2010

Las palabras y el corazón

Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.

Mateo 21:22.

Lectura diaria: Mateo 21:18-22. Versículo del día: Mateo 21:22.

ENSEÑANZA

Es tan fácil pronunciar la frase “yo creo” pero bien difícil tener la certeza. Una cosa se dice con los labios, pero otra es la que está en el corazón. El corazón es la fuente de los motivos, de las pasiones y de los procesos mentales, por eso Jeremías afirma que “nada hay tan engañoso como el corazón” (17:9). Dios conoce este centro vital y no se deja engañar por las apariencias externas “Pero el Señor le dijo a Samuel: No te dejes engañar por su apariencia y por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” (1ª. Samuel 16). Por eso el apóstol Pablo nos afirma que para ser salvos debemos confesar con la boca y creer en el corazón que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos (Romanos 10:9), esto respecto a la salvación. Sin embargo, en cualquier campo siempre deben de estar de acuerdo tanto los labios como el corazón, para que en verdad se cumpla lo pronunciado. De lo contrario, en muchas circunstancias pasaríamos por mentirosos, deshonestos e hipócritas; por ejemplo en el caso de decir “te perdono” de labios para afuera, pero guardando en el corazón ira y resentimiento. Propongámonos como ejercicio que todo lo que pronuncien nuestros labios sea lo que en verdad nuestro corazón desea. Por otro lado dice el Evangelio: “Les aseguro que si tienen fe y no dudan –les respondió Jesús–, no sólo harán lo que he hecho con la higuera, sino que podrán decirle a este monte: ¡Quítate de ahí y tírate al mar! Y así se hará” (verso 21). Confiesa con tu boca lo que dice la Palabra de Dios y cree en tu corazón que si Dios lo dice, así es, y los milagros aparecerán. Aprendamos a armonizar los labios con el corazón para que nuestra vida se convierta en una auténtica melodía de sinceridad.

Un abrazo y bendiciones,

Dora C.

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