viernes, 29 de enero de 2010

Todo se devuelve

A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea, y le reclamó a Labán: ¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado?
Génesis 29:25.

Lectura del día: Génesis 29:15-30. Versículo del día: Génesis 29:25.

Definitivamente, Dios no se queda con nada guardado sean actuaciones buenas o malas. Jacob, como su nombre lo indica es el “engañador”, “el que suplanta”. Con notable astucia consiguió primero la primogenitura que le correspondía a Esaú, por un guiso de lentejas. Más adelante con la ayuda de su madre Rebeca, obtuvo con engaño la bendición de Isaac. A pesar de haber nacido con la promesa de ser primero ante su hermano (Génesis 25:23), tuvo que saber y entender lo que es el engaño y así como él engañó a su padre Isaac y a su hermano Esaú para recibir la bendición, más tarde, cuando menos lo esperaba fue igualmente engañado por su suegro Labán y Lea, la hermana mayor de Raquel. ¿Cuánto le dolería a Jacob este engaño? Solamente poniéndose en los zapatos del patriarca podríamos entender su desilusión, tristeza y amargura por los años trabajados con tanto ahínco, pensando únicamente en que esto lo llevaría a los brazos de su amada Raquel, cuando no fue así. Sí, estoy convencida que Dios no se queda con nada guardado. Si son buenas obras, en el momento preciso el Señor retribuirá en nosotros o quizá en nuestros hijos lo sembrado. De ahí el cuidado que debemos tener con las actuaciones y en especial con la boca para no permitir que recaiga en las personas que tanto amamos lo que deseamos o hacemos a los demás. En Jacob podemos aprender la lección. Por más que tengamos el plan para nuestras vidas trazado por Dios, somos responsables ante Él de lo que hagamos o dejemos de hacer y las consecuencias llegarán para bien o para mal, según lo hayamos abonado.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: