martes, 12 de enero de 2010

Serás bendición

Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición

Génesis 12:2.

Lectura diaria: Génesis 12:1-9. Versículo del día: Génesis 12:2.

ENSEÑANZA

Tal vez, al leer este pasaje de Génesis, tú crees que únicamente se refería a Abram; pero si lo has tomado en tu devocional o simplemente no lo habías escuchado nunca, puedo decirte que es para todos. Si aún no conoces al Señor, mejor. Notemos que ese fue el llamamiento de Dios a quien sería el “padre de multitudes”. Ni siquiera todavía Dios le había cambiado el nombre, era simplemente Abram. Quizá hoy, Dios también te está haciendo ese mismo llamado. Deja conducirte a la tierra que fluye leche y miel, al Israel que te espera donde el Señor Jesús quiere no sólo bendecirte a ti, sino a toda tu familia. “Por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra” le dijo el Señor a Abram. Él no entendería en ese momento esas palabras, pero hubo algo en su corazón: con sencillez y humildad creyó y se dispuso a dejarse guiar por el camino que Dios le había abierto. ¿Fue una travesía llena de lechos de rosas? De ninguna manera. Creo que en primer lugar le debió ser difícil despegarse de su familia, de su región y de sus parcelas e irse sin conocer ni saber lo que le esperaba. También tuvo que vivir como extranjero en un país extraño para él. Más adelante tuvo que dejar a su sobrino Lot y sufrir con él, la destrucción de Sodoma y Gomorra. Cargó con la tristeza de no tener hijos con la mujer que amaba, hasta que Dios hizo el milagro en Sara; del mismo modo debió dolerle, sacar a Ismael de su hogar y más tarde, dar la mayor muestra de fe, al obedecerle a Dios y dirigirse a sacrificar a su querido Isaac, acción que al final Dios no permitió y con la cual se dio cuenta de su fe y su profundo acatamiento a sus órdenes. Sin embargo, Abram supo enfrentarse a los retos y cambios que dio su vida, cuando escuchó la voz del Señor. Si hoy escuchas su voz, no endurezcas tu corazón. Este Abram, después cambiado su nombre por Abraham, ha sido cabeza de las tres religiones monoteístas: islamismo, judaísmo y cristianismo. Tú no sabes lo que Dios tenga dispuesto para ti, si hoy te dejas guiar por Él. Ese hombre Abraham, fue el “Gran patriarca”; de él viene la descendencia del Salvador del mundo: Jesús de Nazaret, quien murió y padeció por ti y hoy te ofrece venir a morar contigo para que con Él emprendas también un recorrido donde podrás ser bendición para muchos: tu familia, amigos, conocidos, vecinos, etc. ¿Te das cuenta por qué Dios puede hacer de ti una nación grande también? ¿Por qué puede ser famoso tu nombre? Déjame decirte que si no obtienes aquí en la tierra los honores que mereces, en el cielo tendrás grandes recompensas y desde el mismo momento en que le entregas tu vida a Cristo, tu nombre queda registrado en el libro de la vida. ¿Maravilloso, verdad? Si tu decisión en este momento es seguir a Cristo, te invito a orar: Amado Dios, gracias por permitirme entender que también puedo ser un Abram en este tiempo. Señor Jesús, toma mi vida, te la entrego para que perdones mis pecados y hagas de ella el mejor camino. Gracias por bendecirme con tu amor y misericordia. Permite que yo también sea bendición para que muchos te conozcan y alcancen la salvación. En tu nombre Jesús, amén. Si ya eres creyente, piensa que también el mensaje es para ti: tu puedes ser bendición para muchos.

Un abrazo y bendiciones.

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