sábado, 25 de abril de 2009

Yo los saqué de Egipto para ser su Dios

Yo los saqué de Egipto para ser su Dios. Yo soy el Señor.

Levítico 22:33.

Trataré de hacer un compendio entre lo que nos dice este versículo de Levítico y lo que nos habla el Salmo 112.

El verso 31 del capítulo 22 en levítico afirma: “Obedezcan mis mandamientos y pónganlos por obra. Yo soy el Señor”. Cuando Dios sacó a su pueblo de Egipto, lo libró de la esclavitud y del yugo impuesto por el faraón, pero les advirtió sobre su conducta hacia Él: no deberían hacerse dioses ajenos y cumplir sus mandamientos.

El Salmo 112 nos habla del justo. Dice que en su casa habrá riqueza y justicia. Será misericordioso y generoso con su prójimo. Será recordado y su descendencia bendecida. Impresionante donde se afirma que “para los justos la luz brilla en las tinieblas. ¡Dios es clemente, compasivo y justo!”. Verso 4. ¿Por qué impacta? Porque como dice más adelante el versículo 7 “no temerá recibir malas noticias; su corazón estará firme, confiado en el Señor”. A mí personalmente me toca, porque he podido comprobar su veracidad. A pesar de la oscuridad a mi alrededor, siempre al final, he encontrado un destello que me alumbra y ayuda a continuar. Ese destello de luz se llama Jesús, quien es clemente, compasivo y justo y me ama por encima de cualquier otro amor.

Valdría la pena que te preguntaras: ¿De cuál Egipto me libró Dios? Tal vez de la esclavitud del pecado, de drogadicción, licor, brujería, hechicería, ruina o miseria. O tal vez, de la mujer ajena que bien quería desarraigarte de tu hogar. O te libró de caer en manos de corruptos, quizá, alejándote de ese puesto que tanto anhelabas. O te sacó de las tinieblas de la muerte para darte sanidad. No sé cuál será, o sería tu Egipto. Pero tú seguramente sí lo sabes.

Ahora que ya sabes cuál es tu Egipto, ¿Qué pide Dios de ti? Que le temas con el temor reverente y te deleites en cumplir sus mandatos. Así obrarás como el justo y tu corazón estará siempre firme, confiado en tu Dios que te sacó con mano prodigiosa de ese Egipto que te tenía asolado.

Un abrazo y bendiciones.


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