domingo, 19 de abril de 2009

En su angustia clamaron al Señor

En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción.
Salmo 107:13.

La vida aún para el justo está llena de aflicciones y yo considero que Dios lo permite, para que precisamente aprendamos a cogernos fuertemente de Dios y a poner nuestra confianza en Él. Además, es la única manera de estar en continua oración, clamándole a Dios para que tenga misericordia y nos saque nuevamente de ese lío. “Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas”. “¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro!”. “Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro. Versos 14, 16 y 20.

Cuando desgarramos nuestro corazón ante Dios y quebrantados le clamamos e incluso reclamamos, desbordando sinceridad en nuestra angustia, el Señor nos responde librándonos de las aflicciones, de las tinieblas, de las ataduras, y de las sombras de muerte. Yo puedo dar fe de que esto es cierto. He tenido la oportunidad de quebrantarme ante el Señor y en muchas ocasiones reclamarle su misericordia y siempre he visto su respuesta.

Isaías dice en el capítulo 45 que Él va delante de nosotros, allanando montañas, haciendo pedazos las puertas de bronce y cortando los cerrojos de hierro, para darnos los tesoros de las tinieblas y las riquezas guardadas en lugares secretos.

Así que si tu angustia o aflicción es por problemas económicos, por enfermedad o porque te sientes atado espiritualmente tal vez por algún vicio y no has podido desprenderte, aférrate a estos versículos y reclámale a Dios lo que ya te pertenece, porque el Señor ya pagó por ti, precisamente para hacerte completamente libre. Libre de tus pecados, de tu enfermedad, de tus dolencias y de tu ruina.

Y recuerda, sé agradecido. Este Salmo comienza: “Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre”. Y a lo largo del Salmo ésta es la constante: “den gracias”. Filipenses 4:6 nos aconseja la manera adecuada de acercarnos a Dios. “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias”.

Un abrazo y bendiciones.

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