lunes, 13 de abril de 2009

Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón


Quiero triunfar en el camino de perfección… Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón.

Salmo 101:2.


Al igual que el Rey David, ésta debería ser nuestra oración a Dios. David, empieza el Salmo diciendo que quiere cantarle a la justicia y al amor y cantarle salmos al Señor. Es tanto su amor por el Señor, que desea agradarle de la mejor manera. Conduciéndose rectamente. Llevando una vida íntegra, donde no tenga cabida la perversidad.

Cuando el amor de Cristo nos constriñe, deseamos llevar nuestra vida correctamente. Aprendemos a callar ante su presencia, porque ese amor nos envuelve de tal modo que solamente sentimos su arrullo y de este modo nos queda fácil el obedecer.

Se me antoja al leer este Salmo y Juan 21, donde se habla de la pesca milagrosa, y los discípulos reconocieron a “su Señor”, que sólo bastó escuchar su dulce voz para sencillamente obedecerle y dejarse consentir por Él. Simplemente es el amor en ambos casos, el que se adueña de la situación, del momento tan especial de saber que solamente están ellos, privilegiados y el Señor, en el caso de los discípulos; y David con su Señor en el Salmo. No importa nada más. Sólo callar y dejarse llevar de su mano o callar y derramar el corazón ante su presencia. “Por un minuto de su amor, por un instante nada más”, como dice la canción: TODO LO DARÍA.

Cuando reconocemos ese amor infinito de Dios, es fácil dejarse conducir por su camino. Es como cuando nos enamoramos de una persona y queremos hacer lo mejor para agradarle. Exactamente nos sucede con el Señor. Prosigue David en el Salmo, aduciendo que no desea cerca al calumniador, ni a los engañadores ni a los que hablan falsedad, sólo desea un corazón limpio para Dios.

Me pregunto: ¿Será que nosotros, si deseamos comportarnos de esa manera? ¿Será que verdaderamente estamos enamorados de Nuestro amado Señor? Yo no sé tú, pero yo por mi parte, si quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón.

¡Te dejo la inquietud!

Un abrazo y bendiciones.


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