jueves, 16 de abril de 2009

Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre


Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre a quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo, como les consta a ustedes.

Hechos 3:16.


Pedro, aquel hombre asustado y sin carácter que negó a Jesús tres veces, ahora, lleno del Espíritu Santo, con el poder derramado sobre él, en el nombre de Jesús de Nazaret, le ordena al paralítico de nacimiento, que se levante y ande. ¡Todos quedan asombrados! Pedro se dirige a los espectadores y les hace ver que no fue por virtud de él ni de Juan que caminó el hombre, sino por la fe en el nombre de Jesús.

Pedro, el pescador humilde y sin instrucción alguna, les da cátedra sobre las Escrituras y les recuerda que por la ignorancia del pueblo y sus dirigentes, mataron a Jesús. El Mesías anunciado tantas veces por los profetas y a quien ellos no escucharon. Ahora, les insta a arrepentirse y volverse a Dios para que sus pecados les sean borrados y tengan tiempos de descanso de parte de Dios (verso 20).

Es inagotable la misericordia de Dios. Ese pueblo terco y desobediente acaba de matar a su único Hijo y sin embargo, ahí está Dios. Regalándonos unos de los atributos que tiene para nosotros: su perdón y misericordia.

A lo largo de toda la Biblia, esa es su preocupación: ¡Arrepiéntanse! En Jeremías el Señor Todopoderoso le manda a decir a su pueblo que aprendan la lección de los recabitas que fueron obedientes a las órdenes de sus antepasados y les dice: “Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que yo les he dado a ustedes y a sus antepasados”. Jeremías 35:15.

Notemos que es la misma intranquilidad de Dios. En el Antiguo Testamento, envía a sus profetas y en el Nuevo a sus discípulos. Siempre deseando que se arrepientan y puedan gozar tranquilos de otros beneficios, como tiempos de descanso en el lugar donde habitan.

¿Será que tenemos que esperar un milagro como el del paralítico, para en verdad creerle a Dios y voltear los ojos hacia Él? Si estás leyendo este devocional, no es porque si. Simplemente Dios te lo permitió, porque en estos tiempos, en pleno siglo XXI, también hay portadores de Buenas Nuevas y me gozo al saber que simplemente soy un instrumento en las manos del Señor. Recuerden el devocional anterior: “Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón”.

Un abrazo y bendiciones.


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