miércoles, 15 de abril de 2009

Alaba, alma mía, al Señor

Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
Salmo103:2.

¡Qué lindo sería que tuviéramos un corazón como el de David! Seríamos agradecidos con Dios y constantemente estaríamos recordado tantas bondades hacia nosotros.

Todo el Salmo 103 nos hace recordar con gratitud, lo que Dios hace a nuestro favor. Deberíamos en momentos de crisis y cuando vemos todo oscuro, leerlo y repasarlo, sabiendo que para Dios no hay imposibles. Los terapeutas recomiendan a las parejas cuando tienen muchas discrepancias, olvidar lo malo y empezar a buscar y recordar cada uno lo positivo del otro. Si esto lo hacemos entre humanos, ¿por qué no hacerlo también con Dios?

“Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas”. Versos 2-5. A Dios nada se le olvida. Aún está pendiente de rejuvenecernos y embellecernos. ¿Quién puede decir que no le gusta? En la medida en que seamos agradecidos con Dios, vamos a ver más sus beneficios. La alabanza y adoración, son medios exclusivos nuestros para tener un corazón agradecido hacia Dios. ¡Utilízalos!

Podemos buscar nuestra creatividad y empezar por decir, desde hoy, a escribir en un papelito algo por lo que tenga que dar gracias a Dios y llevarlo al “baúl de gratitud”. Así, cuando pensemos que Dios nos olvidó, recurrimos a ese baúl para recordar cuánto nos ha amado el Señor y saber que a pesar de lo que estemos pasando, Él está ahí presente. O si lo prefieres, en vez de los papelitos haz un diario de agradecimiento a Dios.

Siempre me ha parecido la gratitud, una de las cualidades bonitas de las que pueda gozar una persona. Le pido al Señor, para que me enseñe a ser grata no solamente con Él, sino con tantas personas que de una u otra manera me han tendido la mano en momentos críticos.
Recuerda, Dios el único sacrificio que espera de ti, es el de alabanza. Ríndele toda tu adoración en gratitud por lo que ha hecho por ti.

“ALABA, ALMA MÍA, AL SEÑOR; ALABE TODO MI SER SU SANTO NOMBRE”.

Un abrazo y bendiciones.

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