viernes, 8 de noviembre de 2013

El Señor quiere tu corazón




Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. 
Proverbios 23:26.


Lectura: Proverbios 23:19-28.  Versículo del día: Proverbios 23:26.

MEDITACIÓN DIARIA

Dios está más interesado en nuestro corazón que en cualquier otra cosa. ¿Qué importa para Él, que nos llenemos de buenas obras, de  piedad  o de pergaminos y diplomas, si nuestro corazón está alejado de su vista?  Él recorre con sus ojos la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo (2 Crónicas 16:9 Biblia de las Américas).
Nuestro corazón es como el árbol; si es bueno dará fruto  bueno, y si es malo, eso será lo que producirá.  Del corazón dependen los frutos que demos porque: “De la abundancia del corazón habla la boca.  El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal” (Mateo 12:34-35).
Por eso,  Dios nos manda guardar el corazón por encima de cualquier cosa (Proverbios 4:23), porque sabe que ahí está albergado todo: frutos buenos y malos; y dependiendo del fruto que tengamos vamos a actuar y esas acciones en últimas determinarán si quiero vida o muerte.
Si el corazón es tan importante para Dios, busquemos que el nuestro se asemeje al suyo.  Dios nunca nos pide más de lo que podemos darle y conoce perfectamente cómo anda nuestro corazón.  Si está deteriorado, maltratado o herido; si ya está cicatrizado y endurecido,  lo que quiere precisamente es tomarlo para sí y recuperarlo.  Ezequiel 36:26 dice: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne”.   
Démosle paso al Señor para que entre y tome nuestro corazón, y dejémonos guiar por sus enseñanzas: “No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón.  Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo” (Proverbios 4:21-22).

Amado Señor: Permite que nuestro corazón esté dispuesto para ti.  Queremos entregártelo de manera que te agrade.  Saca de él, todo lo que nos esté haciendo daño; tú lo sabes; tú lo conoces y a ti no podemos engañar.  Enséñanos a no perder de vista tu camino para que cuando repares tus ojos sobre nosotros, veas un corazón arrepentido y limpio.

Un abrazo y bendiciones.

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