Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos.Proverbios 23:26.
Lectura: Proverbios 23:19-28.
Versículo del día: Proverbios 23:26.
MEDITACIÓN DIARIA
Dios está más interesado en nuestro corazón que en cualquier
otra cosa. ¿Qué importa para Él, que nos llenemos de buenas obras, de piedad o de pergaminos y diplomas, si nuestro corazón
está alejado de su vista? Él recorre con
sus ojos la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente
suyo (2 Crónicas 16:9 Biblia de las Américas).
Nuestro corazón es como el árbol; si es bueno dará fruto bueno, y si es malo, eso será lo que
producirá. Del corazón dependen los
frutos que demos porque: “De la abundancia del corazón habla la boca. El que es bueno, de la bondad que atesora en
el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal” (Mateo
12:34-35).
Por eso, Dios nos
manda guardar el corazón por encima de cualquier cosa (Proverbios 4:23), porque
sabe que ahí está albergado todo: frutos buenos y malos; y dependiendo del fruto
que tengamos vamos a actuar y esas acciones en últimas determinarán si quiero
vida o muerte.
Si el corazón es tan importante para Dios, busquemos que el
nuestro se asemeje al suyo. Dios nunca
nos pide más de lo que podemos darle y conoce perfectamente cómo anda nuestro
corazón. Si está deteriorado, maltratado
o herido; si ya está cicatrizado y endurecido, lo que quiere precisamente es tomarlo para sí
y recuperarlo. Ezequiel 36:26 dice: “Les
daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese
corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne”.
Démosle paso al Señor para que entre y tome nuestro corazón,
y dejémonos guiar por sus enseñanzas: “No pierdas de vista mis palabras; guárdalas
muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida
a quienes las hallan; son la salud del cuerpo” (Proverbios 4:21-22).
Amado Señor: Permite que nuestro corazón esté dispuesto para
ti. Queremos entregártelo de manera que
te agrade. Saca de él, todo lo que nos
esté haciendo daño; tú lo sabes; tú lo conoces y a ti no podemos engañar. Enséñanos a no perder de vista tu camino para
que cuando repares tus ojos sobre nosotros, veas un corazón arrepentido y
limpio.
Un abrazo y bendiciones.
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