Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy.Salmo 39:4.
Lectura: Salmo 39:1-13.
Versículo del día: Salmo 39:4.
MEDITACIÓN DIARIA
El rey David, sabiendo
de antemano como actuamos los humanos, le pide al Señor que le haga saber el
tiempo que le queda para vivir, para contener sus palabras y no pecar con su
boca. Reflexiona sobre cómo debe de ser
su conducta ante la gente: “Me dije a mí mismo: «Mientras esté ante gente
malvada vigilaré mi conducta, me
abstendré de pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca». (v. 1).
Es una gran enseñanza puesto que si hay algo con lo que
pecamos frecuentemente es con las palabras que proferimos. Es tan fácil dejarse llevar por el enojo en
un momento dado, que por lo general no escatimamos los dichos que salen de
nuestros labios; y la lección aquí, es aprender mientras estamos en este mundo
a ser prudentes. A veces quisiéramos hablarles
a personas que se dejan arrastrar tan sutilmente por Satanás, pero lo mejor es
pedirle al Señor sabiduría y discernimiento para saber el momento exacto de
hacerlo. De lo contrario estaríamos
perdiendo el tiempo; y recordemos las palabras del mismos Señor: “No den lo
sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni
echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen” (Mateo 7:6). Esto, porque serán muchos los que se burlarán
e incluso harán mofa de nuestros principios y nuestra fe. En esos casos será mejor decir como David: “me
pondré una mordaza en la lengua”.
De otra parte, puede ser que lo que hablemos sea usado en
nuestra contra. Estamos viviendo tiempos
tan difíciles que se llegó el día en que a lo bueno llaman malo y a lo malo
bueno (Isaías 5:20). Entonces, lo que pronunciemos lo cogerán como estribillo
en cuanta reunión o medio de comunicación puedan hacerlo.
Propongámonos, que nuestra conducta sea impecable ante ellos.
Abstengámonos de discutir porque en esos casos sí vale más nuestro
testimonio como cristianos, y no que se nos tilde de iracundos, faltos de amor,
tolerancia y misericordia.
Amado Señor: Te pedimos que nos enseñes a ser prudentes ante el
mundo pero a la vez sagaces como serpientes, para aprender el momento adecuado en
que tenemos que manifestar y hacer sentir nuestras convicciones. Haz que seamos luz por dondequiera que
vayamos para que los que están al otro
lado, no tengan nada de qué reprocharnos.
Un abrazo y bendiciones.
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