Ni echa nadie vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino hará reventar los odres y se arruinarán tanto el vino como los odres. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos.Marcos 2:22.
Lectura: Marcos 2:18-22.
Versículo del día: Marcos 2:22.
MEDITACIÓN DIARIA
Un odre es un recipiente hecho generalmente de piel de cabra
y sirve para contener líquidos o vino. Jesús
compara nuestros cuerpos con odres.
Odres nuevos que aceptan su voluntad, llenándose de su Palabra y de la
obra del Espíritu Santo en cada nueva criatura.
En la lectura cuando le preguntaban al Señor por qué sus discípulos
no ayunaban y los de Juan y de los fariseos sí lo hacían, el Señor les contesta
a través de esta parábola, para darles a entender que los suyos eran
completamente nuevos con el fin de conservarlos limpios para su obra.
De igual modo, todos los que recibimos y creemos en el Señor
Jesucristo, nos hacemos nuevas creaciones. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! (2
Corintios 5:17), estamos revestidos con ropas nuevas, no remendadas (v. 21 en
la lectura), y el Señor viene con el poder de su Santo Espíritu a hacer una
regeneración total en cada uno.
La reflexión se torna en un llamado a dejar todo lo antiguo; todo
lo que hacía tanto daño al cuerpo como al
espíritu. Efesios 4:22-24 dice: “Con
respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el
ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos
engañosos; ser renovados en la actitud
de su mente; y ponerse el ropaje de la
nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad”. Hay que despojarse de la ropa vieja llena de mentiras, adulterios, fornicaciones,
vicios, etc. que se llevaba antes puesta, y aceptar la invitación a estrenar trajes
nuevos para empezar a caminar con el Señor, admitiendo la ayuda del Espíritu
Santo.
Si somos odres nuevos, dejémonos guiar y usar por Él, al
igual que lo hizo con sus discípulos.
Amado Señor: Te damos gracias por habernos escogido como
odres nuevos, listos para ser llenados con tu Santo Espíritu. Gracias por
adornarnos ahora con trajes también nuevos y relucientes que hemos consentido llevar puestos, a través
de la limpieza total que hiciste en nuestro ser integral, por tu sangre derramada en el Calvario.
Un abrazo y bendiciones.
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