sábado, 2 de noviembre de 2013

Odres llenos de tu Santo Espíritu Regenerador




Ni echa nadie vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino hará reventar los odres y se arruinarán tanto el vino como los odres. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos. 
Marcos 2:22.


Lectura: Marcos 2:18-22.  Versículo del día: Marcos 2:22.

MEDITACIÓN DIARIA

Un odre es un recipiente hecho generalmente de piel de cabra y sirve para contener líquidos o vino.  Jesús compara nuestros cuerpos con odres.  Odres nuevos que aceptan su voluntad, llenándose de su Palabra y de la obra del Espíritu Santo en cada nueva criatura. 
En la lectura cuando le preguntaban al Señor por qué sus discípulos no ayunaban y los de Juan y de los fariseos sí lo hacían, el Señor les contesta a través de esta parábola, para darles a entender que los suyos eran completamente nuevos con el fin de conservarlos limpios para su obra. 
De igual modo, todos los que recibimos y creemos en el Señor Jesucristo, nos hacemos nuevas creaciones.  ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! (2 Corintios 5:17), estamos revestidos con ropas nuevas, no remendadas (v. 21 en la lectura), y el Señor viene con el poder de su Santo Espíritu a hacer una regeneración total en cada uno.
La reflexión se torna en un llamado a dejar todo lo antiguo; todo lo que  hacía tanto daño al cuerpo como al espíritu.  Efesios 4:22-24 dice: “Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos;  ser renovados en la actitud de su mente;  y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad”.  Hay que despojarse de la ropa vieja  llena de mentiras, adulterios, fornicaciones, vicios, etc. que se llevaba antes puesta,  y aceptar la invitación a estrenar trajes nuevos para empezar a caminar con el Señor, admitiendo la ayuda del Espíritu Santo.
Si somos odres nuevos, dejémonos guiar y usar por Él, al igual que lo hizo con sus discípulos.

Amado Señor: Te damos gracias por habernos escogido como odres nuevos, listos para ser llenados con tu Santo Espíritu. Gracias por adornarnos ahora con trajes también nuevos y relucientes  que hemos consentido llevar puestos, a través de la limpieza total que hiciste en nuestro ser integral, por  tu sangre derramada en el Calvario.

Un abrazo y bendiciones.

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