Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador, que día tras día sobrelleva nuestras cargas.Salmo 68:19.
Lectura: Salmo 68:15-23. Versículo del día: Salmo 68:19.
MEDITACIÓN DIARIA
Este es un Salmo de victoria
donde David reconoce al Señor su Dios, como Salvador y Ayudador. Sabe muy bien
que es Él quien día a día perdona nuestras transgresiones y lleva nuestras
cargas.
Es nuestro Salvador porque por
más que los pecados sean sucios y detestables, ahí también quiere el Señor
llegar sin importarle nuestra condición: “¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos
como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!” (Isaías 1:18). Esa fue la misión del Señor Jesucristo: “En
él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados,
conforme a las riquezas de la gracia” (Efesios 1:7). El pecado merece todo el peso del castigo y
sin embargo, por su gracia, recibimos el perdón.
Es nuestro Ayudador: si nuestra
carga es demasiado pesada, ahí también está nuestro Pastor, listo para levantarnos,
tomarnos en sus brazos y llevar todo el peso que no resistimos, sobre sus
hombros: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les
daré descanso. Carguen con mi yugo y
aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán
descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” (Mateo
11:28-30).
Aprendamos de David al dirigirnos
al Señor: que nuestras palabras sean en verdad ese sentir. Que no nos vaya a pasar como a la multitud que
aplaudió al Señor a la entrad de Jerusalén y con palmas y vítores le cantaban: “¡Bendito
el que viene en nombre del Señor!”, y más tarde ellos mismos le dieron la
vuelta y lo crucificaron. Seamos consistentes y radicales en nuestra fe, si
hemos decidido creer en Él, creámosle a Él y entendamos que además de ser nuestro
Salvador, es nuestro perfecto Ayudador. Si así lo creemos, digámoselo con el
corazón.
Amado Señor: Tú mereces toda
nuestra alabanza, adoración y gratitud, porque nos has mirado con benevolencia
y has perdonado todos nuestros pecados.
No solamente te bastó derramar tu sangre por nosotros, sino que además
de eso te ofreces como estibador, para llevar sobre tus hombros nuestras cargas
que no son nada ligeras. ¡Tanto amor
Señor, no merecemos!
Un abrazo y bendiciones.
2 comentarios:
¡Qué hernoso tu testimonio! Me encantó tu devocional.
Muchas gracias Lynette.La gloria sea para nuestro amado Señor. Bendiciones.
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