domingo, 10 de noviembre de 2013

Cultivar la virtud de agradecimiento



Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. 
1 Tesalonicenses 5:18.


Lectura: 1 Tesalonicenses 5:12-28.  Versículo del día: 1 Tesalonicenses 5:18.

MEDITACIÓN DIARIA

Dentro de las instrucciones finales que el apóstol Pablo le da a los tesalonicenses está el ser agradecido siempre.  El agradecimiento demuestra humildad.  A veces nos encontramos con personas que por más que se les quiera brindar un detalle o cariño, no se dejan o si lo hacen, lo reciben con frialdad total y ni un “gracias” sale de sus labios.  Así como hay muchos que les cuesta pedir perdón, también los hay que les cuesta dar las gracias; o que ni lo uno ni lo otro.
Como cristianos tenemos que aprender a ser agradecidos primero que todo con Dios,  sabiendo que todo lo que nos pasa es para bien nuestro.  ¿Cuántas cosas no valoraríamos en estos momentos, si no hubiese sido porque en el caminar nos hemos encontrado con diferentes tropiezos?
No valoramos la vida, hasta que no estamos al borde de la muerte; tampoco valoramos el dinero, hasta que no sufrimos escasez. ¿Y qué decir del agradecimiento o apreciación que deberíamos tener hacia nuestros padres?  Solo falta que uno de ellos no esté a nuestro lado, para darnos cuenta de todo su mérito. Por eso, es mejor empezar desde ahora, cuando tenemos a los seres queridos con nosotros, agradecerles y sacar el mejor provecho al estar a su lado.  Esta situación no es solo de hijos a padres, también es de padres a hijos, porque cuando los hijitos estaban en casa, supuestamente todo lo que hacían se tornaba en normal, más cuando ya han alzado vuelo y se encuentran distantes ¡qué falta nos hacen y cuántas cosas de ellos extrañamos y nunca se las hicimos saber! 
Aprendamos a no perder las oportunidades que el Señor nos regala de compartir con nuestros seres queridos.  Sepamos agradecer cualquier detalle que ellos tengan hacia nosotros y valoremos no la cantidad de  tiempo a su lado, sino la calidad de ese tiempo compartido. Si antes no lo expresábamos, que ahora sea la ocasión para empezar a hacerlo.

Amado Señor: Danos la virtud del agradecimiento.  Queremos aprender a ser agradecidos primero que todo contigo por las cosas buenas y malas que nos han sucedido, porque siempre hemos visto tu mano prodigiosa en cada una de ellas y nos has dejado lecciones valiosas al respecto.  Enséñanos de igual modo, a reconocer y valorar lo hecho por nuestros padres, hijos, hermanos, compañeros y demás personas que nos han rodeado con su calor y afecto. Seguro que si analizamos momentos diversos, tenemos mucho de qué agradecer y nunca se los hemos manifestado.

Un abrazo y bendiciones.

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