miércoles, 20 de noviembre de 2013

¡Mi alma tiene sed de ti Señor!



Oh Dios, tú eres mi Dios;  yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.  
 Salmo 63:1.


Lectura: Salmo 63:1-11.  Versículo del día: Salmo 63:1.

MEDITACIÓN DIARIA

El único que nos puede llevar a aguas tranquilas y sosegadas es el Señor.  Eso era lo bonito que tenía el corazón del rey David: buscaba ansiosamente al Señor y ante las dificultades era a Él a quien se dirigía e iba a clamarle y a llorarle si era necesario.  Sabía que íntimamente estaba ligado a su Dios y que Él era su fuerza y protección. “Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán” (vv. 2-3).
Conociendo nuestra condición; sabiendo que somos débiles, rencorosos, asustadizos e inseguros Dios nos invita a buscarle: “¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed!”;  “Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán. Haré con ustedes un pacto eterno,     conforme a mi constante amor por David” (Isaías 55:2a y 3).  Cuántas veces nos encontramos en estado de derrota; de  ‘ya no más’, de ‘tirar la toalla’, de no insistir porque las fuerzas nos delatan y no queremos continuar.  Es en esos momentos precisamente que debemos aceptar la invitación de quien renueva nuestras fuerzas y cumplirá la promesa del pacto eterno, con el mismo amor que le prodigó a David.
Aprendamos a quebrantarnos de esa manera con nuestro Dios. Que nuestra relación sea tan sincera e íntima que podamos dirigirnos sin escatimar nada de lo que tenemos dentro.  Que brote desde lo más profundo de nuestro ser la ansiedad de tenerlo y llenarnos de su gracia y plenitud.

Amado Señor: Gracias porque en difíciles momentos eres quien nos das a beber de tu manantial.  Gracias porque tu agua es refrescante e inunda nuestro ser completamente. ¡Tú anegas nuestra alma y sacias nuestro espíritu!

Un abrazo y bendiciones. 

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