Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.Salmo 63:1.
Lectura: Salmo 63:1-11. Versículo del día: Salmo 63:1.
MEDITACIÓN DIARIA
El único que nos puede llevar a aguas
tranquilas y sosegadas es el Señor. Eso
era lo bonito que tenía el corazón del rey David: buscaba ansiosamente al Señor
y ante las dificultades era a Él a quien se dirigía e iba a clamarle y a
llorarle si era necesario. Sabía que
íntimamente estaba ligado a su Dios y que Él era su fuerza y protección. “Te he
visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor
que la vida; por eso mis labios te alabarán” (vv. 2-3).
Conociendo nuestra condición;
sabiendo que somos débiles, rencorosos, asustadizos e inseguros Dios nos invita
a buscarle: “¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed!”; “Presten atención y vengan a mí, escúchenme y
vivirán. Haré con ustedes un pacto eterno, conforme a mi constante amor por David”
(Isaías 55:2a y 3). Cuántas veces nos
encontramos en estado de derrota; de ‘ya
no más’, de ‘tirar la toalla’, de no insistir porque las fuerzas nos delatan y
no queremos continuar. Es en esos momentos
precisamente que debemos aceptar la invitación de quien renueva nuestras
fuerzas y cumplirá la promesa del pacto eterno, con el mismo amor que le
prodigó a David.
Aprendamos a quebrantarnos de esa
manera con nuestro Dios. Que nuestra relación sea tan sincera e íntima que
podamos dirigirnos sin escatimar nada de lo que tenemos dentro. Que brote desde lo más profundo de nuestro
ser la ansiedad de tenerlo y llenarnos de su gracia y plenitud.
Amado Señor: Gracias porque en
difíciles momentos eres quien nos das a beber de tu manantial. Gracias porque tu agua es refrescante e
inunda nuestro ser completamente. ¡Tú anegas nuestra alma y sacias nuestro
espíritu!
Un abrazo y bendiciones.
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