jueves, 21 de noviembre de 2013

Tú eres el primer invitado



Tú coronas el año con tus bondades, y tus carretas se desbordan de abundancia.  
 Salmo 65:11.


Lectura: Salmo 65:1-13.  Versículo del día: Salmo 65:11.

MEDITACIÓN DIARIA

El final de cada año es especial para compartir en familia.  Gozar con la Navidad y departir unos con otros es refrescante y si hay niños alrededor, mucho más.  Por lo general para estas fechas siempre hay bulla, pólvora, los hogares, las calles y centros comerciales se visten de luces titilantes y pareciera que todos tienen en su rostro una sonrisa.  Personalmente yo, disfruto mucho esta época y el final de este Salmo siempre trae a mi memoria estas tradiciones familiares: “Rebosan los prados del desierto; las colinas se visten de alegría. Pobladas de rebaños las praderas, y cubiertos los valles de trigales, cantan y lanzan voces de alegría” (vv.12-13).
Son en verdad tradiciones que en el agite del mundo actual, dan un nuevo respiro a la unión familiar y el compartir.  En mi caso, desde el mes de noviembre empiezo albergar en mi corazón momentos de estos, ya que nuestro aniversario se compagina con el cumpleaños de mi hijo mayor y en verdad, muchas veces quisiera extender más allá el tiempo para gozar con todos ellos, esos instantes irrepetibles. ¡Cuánto amo mi familia! Volver a recordar las fotos que marcaron nuestra unión y ver el contraste entre aquellos chiquillos traviesos y la transformación paulatina de cada uno de ellos, hasta verlos convertidos en personitas hechas y derechas, causan una emoción indescriptible. Sí; bien dice la canción: ellos son ¡la prolongación de la existencia! 
Cuando el Señor Jesucristo es el primer invitado y nuestra vida se torna alrededor de Él, tiene mucho más significado su celebración. Es sobrecogedor y  a la vez gratificante, el hecho de ver la presencia del Señor en nuestros hijos y advertir que los principios y fundamentos recibidos en el hogar, son parte esencial de esas tradiciones. Estos detalles dan un toque de tranquilidad que como padres agradecemos a Dios porque en mi caso como madre, de mi interior brota un –– ¡gracias Señor; creo que lo hice bien! ––.
Así el mundo y el comercio haga alarde de estas fiestas y las desvíe de su curso, nosotros como cristianos podemos afirmar estas tradiciones y marcar la diferencia, testificando aun en ellas de quien es el autor, consumador y eje principal de nuestra fe.

Amado Señor: Gracias por tu presencia real y viva en nuestro hogar.  Enséñanos a compartir en familia esos tiempos esenciales que marcan nuestras vidas; que traen nuevo regocijo y llegan como gotas refrescantes para fortalecernos y continuar con más ahínco la ruta trazada por ti.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: