No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa, porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor.Salmo 49:16-17.
Lectura: Salmo 49:1-20. Versículos del día: Salmo 49:16-17.
MEDITACIÓN DIARIA
Dios nos manda a ser ecuánimes en
todo lo que emprendamos y por lo mismo a no mirar con sorpresa lo que otros
cosechan. Sea que sus riquezas se hayan cultivado a través de trabajo honrado o
no, de todas maneras, al morir nada se llevarán. Bien, dice el pastor de mi iglesia: “no he
visto el primer entierro con trasteo”; y así es.
Se tiende a cuestionar cuando se
es cristiano, ¿por qué a tal persona sin ningún temor de Dios le va bien, y a
mí no? Muchas veces estamos rodeados sin saberlo de gente inicua que se
enriquece de la noche a la mañana y cada día se le ve florecer más y más,
cuando de un momento a otro, con profunda extrañeza, nos damos cuenta que
estaban enrolados en mafias destructoras.
Qué es mejor: ¿Comer el pan con
sosiego, o con temor? Por eso se debe tener en cuenta lo que dice el Salmo
37:7: “Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te
irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados”.
Todos pasaremos por la muerte; “Nadie
vive para siempre sin llegar a ver la fosa. Nadie puede negar que todos mueren, que sabios
e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros. Aunque
tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por
todas las generaciones” (vv. 9-11en la lectura).
Las riquezas no perduran, así que
para qué envidiarlas. Aunque todos pasaremos por la muerte física, como cristianos
tenemos la esperanza de una patria celestial; la muerte espiritual no es para
nosotros. Entonces lo mejor es cosechar mientras vivamos en este mundo, las
riquezas perdurables; esas nadie nos las podrá arrancar. Cambiemos de posición
y en vez de codiciar las riquezas terrenales de otros, busquemos acumular
tesoros para el cielo (Mateo 6:20).
Padre: Gracias porque nuestros
tesoros no pertenecen a este mundo y
esos nadie podrá arrebatárnoslos. Te
pedimos que nos enseñes a ver cada día
el esplendor maravilloso de la Jerusalén eterna que nos espera, porque esa
esperanza que recibimos a través de tu Hijo amado, se convierte en la mayor
riqueza de los que hemos creído en ti.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario