No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.Romanos 12:2.
Lectura: Romanos 12:1-21. Versículo del día: Romanos 12:2.
MEDITACION DIARIA
Las circunstancias adversas hacen pensar que Dios es malo o que se ha olvidado completamente de nosotros. Si es difícil para el pueblo cristiano entender la voluntad de Dios, ¿cómo no lo será para los inconversos?
Dios manda a los creyentes a
estar en continua renovación para lo cual tenemos que estar pegaditos de Él en la
oración y en el alimento espiritual. para que cada día vayamos conociéndolo más
y se pueda entender cuál es su voluntad. Por eso, es difícil que una persona del común
entienda cuál es la voluntad de Dios para su vida si antes no le conoce. Y la
voluntad de Dios es que todos lleguen a ese conocimiento. Que se conozca a su
Hijo Jesucristo: “Esto es bueno y agradable a Dios nuestro
Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y
lleguen a conocer la verdad” (1 Timoteo 2:3-4). Jesús dijo ser, “el
camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6); no hay ningún otro camino que nos
pueda conducir hacia el Padre celestial: “Porque hay un solo Dios y un solo
mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).
Cuando el hombre
le conoce, entiende que hay un propósito definido para él y que Dios irá
canalizando cada área de su vida, hasta verla en la posición que Dios mismo
determine. “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes
la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6). He ahí el punto que nos duele: cada limadita de
Dios, cada moldeamiento, una nueva podada, son los que no entendemos. Cuando llegan
las aflicciones cuesta concebirlas y dar gracias por ellas; pero Él que nos
conoce y sabe por dónde conducirnos, está atento a llevarnos de su mano y estar
con nosotros también en las angustias.
Lo que tenemos que hacer es confiar plenamente en que Dios hará su
voluntad en nuestras vidas y que desea para nosotros planes de bienestar y no
de calamidad, con el fin de darnos un futuro y una esperanza (Jeremías 29:11).
Amado Dios: Muchas gracias por habernos permitido conocerte y ser partícipes de tu buena voluntad. Enséñanos a acatarla como es tu deseo, y a razonar sobre ella como el atributo tuyo que pones hacia nosotros, con el fin de vernos perfectos para el grandioso día.
Un abrazo y bendiciones.
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