Porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia.Proverbios 24:16.
Lectura: 1 Juan 1:5-2:1. Versículo del día: Proverbios 24:16.
El pecado no nos deja mirar más
allá. El Señor Jesucristo murió por
todos nuestros pecados y cuando caemos el Espíritu Santo nos exhorta. Muchas personas creen que por el hecho de ser
nosotros cristianos entonces somos infalibles y así no es. Tenemos tentaciones y pecamos igual que los
incrédulos; la diferencia radica en que el Señor no nos dejará caídos. En el Señor Jesucristo tenemos el perdón de
pecados (1 Juan 2:1 en la lectura). Tenemos que admitir ante Dios que somos
débiles, que hemos caído y fracasado y el Señor mismo se encargará de
restaurarnos y levantarnos nuevamente como lo hizo con Pedro. Pedro lo negó tres veces antes de su muerte y
en un momento crucial para el Señor; cuando debería haberle dado su apoyo, le dio
la espalda y lo abandonó; sin embargo el Señor amorosamente, después de su resurrección
lo restableció. Tres veces también le
preguntó: –¿me amas Pedro? Cuida mis
ovejas–. Pedro muy sinceramente le
responde como triste: –Señor, Tú lo sabes todo; tú sabes que te amo– (Juan
21:15-17). Esto lo hizo Jesús, porque conocía
la condición de Pedro; para que no se sintiera mal, para que quitara el peso
que llevaba dentro y para que retomara nuevas fuerzas y comenzara su ministerio
de evangelización.
Todo el que diga que no ha pecado
es un mentiroso (1 Juan 1:8 en la lectura); igual el que diga que jamás ha
tenido un fracaso o una adversidad. Si
miramos a nuestro alrededor, eso es lo que vemos a diario. Espejos tenemos por montones; así que
nosotros no somos la excepción. Como creyentes marcamos la diferencia porque
sí, es diferente; en el Señor Jesucristo tenemos la solución. Y lo importante
ante el fracaso es la humildad que nos debe caracterizar para reconocer nuestro
error y dirigirnos ante nuestro Redentor para recibir su perdón, tomar nuevas
fuerzas y continuar. Lo peor que
podríamos hacer es quedarnos caídos. De
las caídas, de los fracasos y adversidades es que aprendemos a luchar, a ser
constantes y a vencer. No nos
desanimemos si estamos pasando por estas etapas. El que pagó por nosotros ya venció y está listo a darnos la victoria.
Amado Señor: Gracias porque
siempre estás presente y listo a restituirnos. Gracias por tener en ti el
perdón de nuestras faltas, y gracias porque después de la caída nos levantas y
nos enseñas amorosamente para volver a empezar.
Un abrazo y bendiciones.
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