¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Miqueas 6:8. NVI.
Lectura: Miqueas
6:1-8. Versículo del día: Miqueas 6:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuestionándome sobre lo
que ha acontecido en mi vida en estos últimos meses y bueno, a raíz de esto,
sin encontrar que mis propias explicaciones me contestaran, me remonté a los primeros
versículos de este capítulo de Miqueas. Tal fue como si el Señor me hablara
claro y me dijera igual que al profeta: “Levántate y presenta tu caso contra
mí. Que se convoque a las montañas y a las colinas para que sean testigos de
tus quejas”. Oh Dora, “¿qué te he hecho? ¿Qué he hecho para que te canses de
mí? ¡Contéstame!” (v. 1 y 3 NTV). Sí; igual que al pueblo de Israel, Él me sacó
de mi Egipto de esclavitud, de mi transgresión, de mi indiferencia. Y a pesar
de ser como soy, sigue cuidándome. Recuerda: “cuando yo, el Señor, hice todo lo
posible para enseñarte acerca de mi fidelidad” (v. 5 NTV). Y esto es innegable.
No puedo decir que el Señor me ha abandonado o dejado a un lado en los momentos
más críticos de mi vida; su fidelidad nunca se acaba. Así que, sin más palabras,
reflexionando sobre el gran amor que el Señor me ha ofrecido, resulté preguntándole
¿qué esperas de mi Señor? Más claro no me pudo hablar el Señor. “¡Ya se te ha
declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar
la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios”. Creo que no es
solo para mí sino para toda su Iglesia. El Señor desea que hagamos lo correcto
siendo justos los unos con los otros; que seamos bondadosos y compasivos con
los más débiles, los que están pasando necesidades, que no seamos indiferentes ante
el dolor ajeno. Y que lo adoremos como al Único Dios que tenemos, con humildad;
con corazón sincero y reverente. Esto es lo que espera no solamente de mí sino
de todos los que nos decimos cristianos.
Señor Jesús: gracias
porque a Ti te gusta un corazón sincero; un corazón que se abra para Tú
escuchar. Gracias porque te agrada el ser espontáneos Contigo. Mi buen Señor,
enséñame a practicar el verdadero amor hacia el prójimo como lo esperas y a
actuar siempre justamente. Señor, reconozco que no hay otro Dios como Tú; que siempre
me demuestras tu fidelidad y apoyo porque Eres el Dios Grande, Poderoso y
Misericordioso. Gracias por tanto amor derramado. ¡Te amo mi buen Señor!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario