—Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.
Lucas 1:38. NVI.
Lectura: Lucas
1:34-38. Versículo del día: Lucas 1:38.
MEDITACIÓN DIARIA
Cada vez que leo esta
parte del Evangelio de Lucas, no hago más que admirar a María. Definitivamente,
por eso Dios la escogió: por su humildad. Aparte de eso, considero que se sabía
muy bien las Escrituras y era una mujer devota.
Podemos decir que la
bendita virgen María fue la primera persona en recibir a Cristo en su corazón.
Se declaró como sierva del Señor y se puso en sus manos. En ningún momento
titubeó o pensó cómo iría a afrontar la situación. Especialmente sabía que
estaba comprometida con José y cómo le explicaría lo sucedido. Ella fue sabia y
con gran discernimiento dejó todo en manos de Dios. Por eso dijo: “Aquí tienes
a la sierva del Señor”. Se declaró su sierva, entendiendo la grandeza de Él y
que solamente ella era un instrumento en sus manos.
María es un gran ejemplo
para todos. Nos cuesta darle el puesto que merece al Señor. Y si se lo damos,
pronto se nos olvida que Él es el Dueño y Señor de nuestras vidas y fácilmente
lo despojamos del trono para volvernos a sentar nosotros. A veces prima más el
intelectualismo, los pergaminos cosechados, los logros alcanzados y las posiciones
adquiridas que reconocer ante el Señor que somos sus siervos. Quizá es hora de
bajarnos de ese pedestal que es nuestro EGO y cederle el trono a Jesús nuestro Señor.
Oremos:
Señor Jesús: hoy
entiendo que te necesito. Toma el control del trono de mi vida y hazme la persona
que deseas que yo sea. Te acepto como mi único y suficiente Señor y Salvador. Reconozco
que Eres el Hijo de Dios muerto y resucitado; perdona mis pecados y dame una
nueva vida Contigo. Gracias Señor Jesús.
Un abrazo y bendiciones.
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