Los que aman el dinero nunca tendrán suficiente. ¡Qué absurdo es pensar que las riquezas traen verdadera felicidad!
Eclesiastés 5:10. NTV.
Lectura: Eclesiastés 5:8-20. Versículo del día: Eclesiastés 5:10.
MEDITACIÓN DIARIA
Si la felicidad también
se comprara, no habría gente millonaria, con lujos desbordantes pero solitarias
e infelices. Por lo general, los ricos son humillativos; más en Latinoamérica. Infortunadamente
hay muchos que han acumulado riqueza o los que llamamos ‘levantados’ que la
consiguen de un momento para otro y no saben apreciar lo que Dios les ha dado.
Se creen amos y señores de los que les trabajan o simplemente de los que están
a su lado, humillándolos y despreciándolos (vv.8-9). No; Dios no da las
riquezas para eso. Si se tiene la dicha de tener mucho, no hay que olvidarse
del necesitado. Dice también la lectura que entre más se tiene, también habrá
los que le harán gastar mucho más (vv. 10-11a). “Por lo tanto, ¿de qué sirven
las riquezas? ¡Quizás solo para ver cómo se escapan de las manos!” (v. 11b). ¡Sí
que es verdad eso! A veces sucede que, así como llega de rápido el dinero,
también se esfuma.
Por eso, la gente
honrada, trabajadora vive más tranquila y yo podría decir más feliz, que el rico
que lo posee todo. Termina la lectura diciendo: “Aun así, he notado al menos
una cosa positiva. Es bueno que la gente coma, beba y disfrute del trabajo que
hace bajo el sol durante el corto tiempo de vida que Dios le concedió, y que
acepte su destino. También es algo bueno recibir riquezas de parte de Dios y la
buena salud para disfrutarlas. Disfrutar del trabajo y aceptar lo que depara la
vida son verdaderos regalos de Dios” (vv. 18-19). Por lo tanto, si Dios nos bendice
con riqueza, recordemos que no estamos solos y que hay más dicha en dar que en
recibir. Aprendamos a disfrutar de ella, pero con la mirada siempre puesta en
el amor que el Señor nos manda ofrecer. La riqueza no es para acapararla sino
para compartirla. Eso sí trae alegría y felicidad.
Señor Jesús:
gracias por enseñarnos en tu Palabra lo que en realidad vale la pena tener. Cuando
nos bendigas con suficiente riqueza, queremos que nuestro corazón esté siempre con
el necesitado y que de esta manera podamos no solo dar ayuda material sino espiritual.
Por ahora Señor, queremos compartir lo que nos das con los menesterosos. Gracias,
gracias bendito Dios. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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