Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!”
Salmo 53:3 NVI.
Lectura: Salmo 53:1-6. Versículo del día: Salmo 53:3.
MEDITACIÓN DIARIA
A veces se cree que el
hacer buenas obras, es ser bueno. O que, con no hacerle mal a nadie, ya basta e
incluso se piensa que, por pertenecer a alguna religión, ya se está salvo. La
noticia es que nada de esto sirve. La Biblia que es la Palabra de Dios, habla
muy claro y dice: “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”
(Romanos 3:23). El hombre es pecador. Y si dice que todos, es todos. Ni
siquiera podemos excluir de esto a los niños. Ellos también tienen la
naturaleza pecaminosa. Por eso mismo: “No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay
uno solo!”. Más adelante también en la
Carta a los Romanos Pablo nos enseña que: “Porque la paga del pecado es muerte”
(Romanos 6:23a).
Pero hay una muy buena
noticia: Dios, en su infinito amor, nos envió a su Hijo Jesús para que viniera
a morir en nuestro lugar. Con Él podemos reconciliarnos con Dios porque
precisamente es el puente establecido para llegar a Dios Padre. Por eso
continúa el versículo de arriba así: “Mientras que la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23b). La solución está en las
manos: hay que recibir a Cristo como Señor y Salvador personal. “Mas a cuantos
lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de
Dios” (Juan 1:12). También nos dice: “que, si confiesas con tu boca que Jesús
es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos,
serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la
boca se confiesa para ser salvo” (Romanos 10:9-10). Justificados por la fe en
el Señor Jesucristo. Teniendo en cuenta lo anterior, te invito a orarle a Jesús:
Señor Jesucristo:
yo confieso con mi boca y creo en mi corazón que Eres el Hijo de Dios muerto y
resucitado. Hoy decido aceptarte en mi vida como mi Señor y Salvador. Perdona
mis pecados y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias por perdonarme,
limpiarme y darme una vida nueva Contigo.
Un abrazo y bendiciones.
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