El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos.
Salmo 34:7. NVI.
Lectura: Salmo
34:1-8. Versículo del día: Salmo 34:7.
MEDITACIÓN DIARIA
Estoy convencida que el
Señor siempre está rodeándonos y guardándonos. El Salmo 91 también nos expresa:
“Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección, ningún
mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Porque él
ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos” (Salmo 91:9-11). Así
es: Él ordenará que sus ángeles nos cuiden en todos los caminos. No es en uno,
es en todos. Quizá ni lo notamos, pero el Señor sí lo está haciendo continuamente.
No es casualidad que piensas coger una vía y al final, resultes yendo por el
camino contrario. Es el mismo Señor a través de su Santo Espíritu que te va
dirigiendo por la ruta más segura. Recién convertida al Señor nos hicieron en
una clase de edificación unas gráficas en donde nos mostraban supuestamente las
dos vías: una la que pensábamos atravesar y la segunda, por la que el Señor al
final nos envió; la primera hubiera sido con muchos contratiempos. Por eso es
tan importante que al salir de casa elevemos una oración entregándole al Señor
nuestro ir y venir. Es la mejor manera de ir confiados.
Puedo decir que no
solamente yo he experimentado la presencia de ángeles alrededor mío, también he
escuchado varios testimonios sobre lo mismo. Hace unos años ya, el esposo de una
amiga era conductor de un taxi en Colombia y un día había salido desde muy
temprano a trabajar. Un señor se subió a su carro y cuando se terminó la
carrera, el viajero le dijo algo así de cómo era de callado su acompañante;
pues ellos hablaron durante el trayecto pero el acompañante nada. El esposo de
mi amiga se quedó asombrado porque él no llevaba acompañante y ellos dieron
este testimonio en la reunión de la Iglesia. Otro amigo que no era cristiano me
comentó que había salido con su novia por la noche a comer algo y en un
parador, tal vez muy solo vieron que se abalanzó sobre su carro un hombre con
una barra de metal como a querer atacarlos. Su novia que sí era cristiana, le
clamó al Señor pidiéndole que los cubriera con su sangre y en el momento en que
el delincuente iba a estrellar su barra en el vidrio, su figura cambió
totalmente y solo gritaba: ‘yo no los herí’, ‘yo no fui’. Tal parece que él los
vio cubiertos de sangre; se asustó y se alejó gritando que no los había herido.
Este testimonio sirvió para que mi amigo se convirtiera al Señor. Sus palabras
fueron: ‘Dios es real’. Aquí nos lo dice el Salmo: “Prueben y vean que el Señor
es bueno; dichosos los que en él se refugian” (v. 8.). Busquemos su protección,
seguro que no nos defraudará.
Señor Jesús:
gracias por estar siempre a nuestro lado cubriéndonos y resguardándonos de todo
mal. Gracias porque mandas a tus ángeles alrededor nuestro. Gracias porque nos
acobijas debajo de tus alas como la gallina a sus polluelos. Contigo estamos
seguros y no tememos el terror de la noche ni la flecha que vuela de día.
Gracias por tanto amor y bondad de tu parte buen Dios y Señor.
Un abrazo y bendiciones.
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