El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?
Salmo 27:1. NVI.
Lectura: Salmo
27:1-14. Versículo del día: Salmo 27:1.
MEDITACIÓN DIARIA
David tenía muy claro en
quién había puesto su mirada y a quién le había confiado su vida. Su fortaleza
radicaba en el Señor y bajo esta pauta no había quién lo derrumbara. ¿Qué hacía
David para estar tan seguro de su condición? Deseaba con ansías estar a solas
con su Señor para contemplar su hermosura y deleitarse en su perfección y
gloria (v. 4). Era tal su relación con el Dios vivo que no temía siquiera que
lo abandonaran los suyos: “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me
recibirá en sus brazos” (v. 10). Y ante todo me impresiona su fe inquebrantable.
A pesar de vivir bajo amenazas de muerte y huyéndole a sus enemigos, estaba tan
confiado en Dios su Señor que afirmaba lo siguiente: “Pero de una cosa estoy
seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes” (v. 13).
¿Cuántas veces nuestra fe
decae porque por ningún lado vemos sus favores? Es bien cierto que en ocasiones
se nos presentan situaciones adversas vez tras vez y no percibimos el más mínimo
rayo de luz en medio de oscuridad o desierto vivido. Lo que nunca nos
preguntamos en esas duras aflicciones es ¿cuál es tu plan Señor? O ¿para qué lo
permitiste? Sin duda alguna, nuestro buen Señor sabe exactamente qué nos está
pasando y hacia dónde vamos. Por eso en vez de una queja o un ¿por qué? Preguntémosle
¿para qué? Quizá en ese momento no obtendremos la respuesta, pero con el tiempo
Dios nos mostrará que era lo mejor no solo para cada uno, sino posiblemente también
para los nuestros.
Confiemos en el Señor de
tal manera que también podamos afirmar: “he de ver la bondad del Señor en esta
tierra de los vivientes”. El Señor es experto en restaurar, en restituir, en
levantar. Seguro que ni tú ni yo somos la excepción. ¡Él lo hará!
Buen Señor y Dios
nuestro: te damos gracias porque Tú nos muestras que a pesar de las vicisitudes
que se nos presentan, Tú vas adelante llevándonos de tu mano. Enséñanos Señor a
tener esa comunicación diaria Contigo, como el mejor momento de deleitarnos en
tu presencia y contemplar tu gloria. Esa es la manera Tuya que nos ofreces para
recargarnos diariamente y proseguir hasta ver tu gran manifestación en nuestras
vidas. Gracias bendito Señor y Dios. ¡Te amamos!
Un abrazo y bendiciones.
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