martes, 20 de julio de 2021

Calma la sed de tu alma

 Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. 

Juan 4:13-14. NVI.


Lectura: Juan 4:1-26.  Versículos del día: Juan 4:13-14.


MEDITACIÓN DIARIA


Hay pasajes de la Biblia que llaman poderosamente la atención y este es uno de ellos; por lo menos para mí es muy edificante. La lectura habla sobre el encuentro del Señor con la mujer samaritana. Desde que se dividió el reino de Israel, los samaritanos y judíos no se trataban entre ellos Y Jesús aprovecha su parada en Samaria y le dice a la mujer que se encontraba dispuesta a sacar agua del pozo de Jacob: “—Dame un poco de agua” (v. 8).  A la mujer le extraña que un judío le pida agua y el Señor sabe muy bien qué responderle: “pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás”. Jesús va ahondando más y más en el tema hasta que la mujer le confiesa: “—No tengo esposo —respondió la mujer. Bien has dicho que no tienes esposo. Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad” (vv. 17-18).

El Señor le habló a esta mujer con tanto amor y misericordia, que ella entendió claramente el mensaje. Su reacción fue correr hacia el pueblo y comentar lo sucedido para que fueran a ver al Cristo profetizado: “Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la mujer: Me dijo todo lo que he hecho” (v. 39). Ellos fueron y dijeron:“—Ya no creemos solo por lo que tú dijiste —le decían a la mujer—; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo” (v. 42). Jesús: el agua de vida dispuesta para todo aquel que quiera acercarse a Él a tomarla. La samaritana, lo entendió claramente y buscó en Jesús calmar la sed de su alma. ¡Tú también puedes hacerlo!


Amado Señor Jesús: venimos ante ti sedientos. Te entregamos nuestras vidas para que seas Tú mismo llenándolas con tu presencia, poder y perdón. Señor, tenemos sed de Ti. Reconocemos que Eres el Salvador del mundo y que Contigo tendremos derecho a la vida eterna a tu lado. Gracias bendito Jesús por buscarnos, amarnos y perdonarnos. Llévanos de tu mano y no permitas que jamás nos desviemos del camino verdadero que Eres Tú mismo. ¡Gloria a Dios!


Un abrazo y bendiciones.

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