Gritaban a gran voz: ¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!
Apocalipsis 7:10. NVI.
Lectura: Apocalipsis 7:9-17. Versículo del día: Apocalipsis 7:10.
MEDITACIÓN DIARIA
Dice aquí la Palabra de
Dios que los que gritaban, salieron de la gran tribulación y era una gran
multitud con túnicas blancas. Los ángeles que estaban alrededor se postraron en
tierra y respondieron: “¡Amén! La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción
de gracias, la honra, el poder y la fortaleza son de nuestro Dios por los
siglos de los siglos. ¡Amén!” (v. 12). Esto nos confirma que cuando lleguemos
al cielo nos vamos a unir a los ángeles para alabar y adorar a nuestro Gran
Dios y al Cordero inmolado.
Pero no hay necesidad de esperar hasta llegar
al cielo, desde aquí en la tierra podemos hacerlo. Llegó el tiempo de hacerlo: “En
aquel día se dirá: Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los
pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre” (Isaías 12:4). “Pero se
acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán
culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los
que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu
y en verdad” (Juan 4:23-24). Hay que dejar a nuestro espíritu que se quebrante;
que fluya por completo y que toda la adoración llegue hacia el trono celestial.
El Señor se goza con las alabanzas de su pueblo. ¡Aleluya!
¡Aleluya por
siempre Señor! ¡Aleluya a nuestro Dios Todopoderoso! ¡Aleluya al Gran Rey y
Señor! ¡Aleluya al bendito Espíritu Consolador! Dios y Señor nuestro: no tenemos
palabras para expresar tu grandeza, poderío y majestad. Recibe nuestra humilde
alabanza que brota de corazones agradecidos porque también reconocemos que la
salvación proviene de Ti gran Dios y del Cordero sacrificado por los pecados de
la humanidad, donde también todos nosotros estamos incluidos. La alabanza, la
gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fortaleza son
de nuestro Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Un abrazo y bendiciones.
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