Pero Rut respondió: —¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.
Rut 1:16. NVI.
Lectura: Rut 1:1-22. Versículo del día: Rut 1:16.
MEDITACIÓN DIARIA
Leyendo el Libro de Rut
nuevamente, me convenzo, que precisamente desde el vientre de nuestra madre,
Dios ya tiene los planes establecidos, aunque eso nos los revela poco a poco
cuando aceptamos al Señor en nuestras vidas: “todos mis días se estaban
diseñando, aunque no existía uno solo de ellos” (Salmo 139:16b); “Antes de
formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había
apartado” (Jeremías1:5).
Rut, una mujer ejemplar
que nos demuestra el verdadero significado del amor humano. Ella fue la nuera
de Nohemí, esposa de Abimelec de la tribu de Judá que junto con sus dos hijos
se trasladaron hacia la tierra de Moab, porque el hambre había azotado la
región de Belén. Allí, tanto su esposo como sus dos hijos que ya estaban
casados, murieron y Nohemí decidió regresar a su tierra natal, queriendo dar
libertad a sus nueras para que se quedaran y rehicieran sus vidas. Orfa, la
otra nuera regresó con su familia, pero Rut no la quiso dejar. Rut, siendo
moabita nos deja una lección ejemplar a nosotras las mujeres. Su amor iba mucho
más allá de lo común y supongo yo, que debió estar llena del Espíritu de Dios
para responderle a Nohemí como lo hizo. “iré donde tú vayas; viviré donde tú
vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”. Indudablemente que ya
debía tener bases del Dios de Israel, desarrolladas al estar conviviendo en
medio de Nohemí y su familia. Además del amor demostrado llama la atención su
fe ciega -por decir- y avanza hacia una región desconocida dejando atrás a su
pueblo, su gente, su cultura y sus creencias, para volcarse de lleno a la fe del
que fue su esposo y que ahora compartía con su suegra.
Rut, la bisabuela del rey
David y por ende quien hace parte de la genealogía de Jesús el Señor. Los
designios de Dios son perfectos y su tiempo exacto. Nadie los pude revocar.
Señor Jesús:
gracias porque nos permites ver en Rut el ejemplo claro de lo que es el amor
tal como Tú lo enseñaste: dando todo al prójimo. El amor bondadoso que todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. Además de una fe inquebrantable como
mirando al Invisible. Buen Señor, ¡necesitamos tanto de estas dos virtudes!
Permite que podamos alcanzarlas para ofrecer al mundo actual, aunque sea una
semilla de tu amor. Enséñanos también a mirar los tiempos tuyos como los
perfectos. Gracias, muchas gracias Señor y Dios nuestro.
Un abrazo y bendiciones.
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