Vi además que tanto el afán como el éxito en la vida despiertan envidias. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento!
Eclesiastés 4:4. NVI.
Lectura: Eclesiastés 4:1-6. Versículo del día: Eclesiastés 4:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Definitivamente así es:
la envidia reina y sin darnos cuenta gira a nuestro alrededor. “¡Oh envidia,
raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes! (Miguel de Cervantes).
Aprendamos mejor a ver
las cualidades en las personas y estimulémoslas. Bien sabido es que las
palabras amables levantan el ánimo y si es una exaltación por algún logro
alcanzado, mucho mejor. Esto también hace parte del amor. Del amor que nos dejó
como ejemplo el Señor Jesús. Jesús también sufrió la envidia en carne propia,
cuando los fariseos y saduceos difamaban e insultaban. Y no es de extrañar que,
en este mundo caído, la envidia hace de las suyas. Así que como dijo Salomón,
si se ve a una persona hábil y diligente se le critica y si sabemos de sus triunfos,
igual se le reprocha. O sea, sale a flote la envidia.
Como cristianos dejemos
que sea el mismo Espíritu Santo quien nos guíe a hacer el bien en todo sentido,
sea de pensamiento, corazón, actuación o palabra. Convirtamos ese defecto en la
poderosa virtud del amor y empecemos a practicarlo.
Señor Jesús:
gracias por enseñarnos también a amar como lo hiciste Tú, sin importar incluso
las ironías, envidias o maltratos. Señor, llénanos de Tu Santo Espíritu para
que aprendamos a llevar todo su fruto y a ganar las almas para Ti. ¡Utilízanos
para tu reino bendito Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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