¡Ay del que contiende con su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero: ¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!?
Isaías 45:9. NVI.
Lectura: Isaías
45:8-13. Versículo del día: Isaías 45:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Muchas veces no entendemos
la voluntad de Dios y en vez de sobrellevar ciertas cargas que nos son difíciles,
lo que hacemos es reclamarle a Dios y hacerle un sinfín de ‘¿por qué?’, sin
tener en cuenta más bien el ‘¿para qué?’. “Así dice el Señor, el Santo de
Israel, su artífice: ¿Van acaso a pedirme cuentas del futuro de mis hijos, o a
darme órdenes sobre la obra de mis manos?” (v. 11).
“A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro
Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano”
(Isaías 64:8). Estamos llenos de imperfecciones, pero cuando vamos al Señor, le
decimos por lo general: ‘haz de mí, la persona que deseas que yo sea’. Sin embargo,
cuando empieza a moldearnos queremos gritarle: ‘¡Ya, basta!’. En alguna parte
leí al respecto que todo alfarero necesita agua para ir moldeando su escultura
y que Jesús es nuestra agua viva (Juan 7:38). Entonces vamos siendo perfeccionados
hasta llegar al molde que Él quiere tener. Este molde necesita ser sólido y por
lo tanto será puesto al fuego para que sea consistente. Es ahí, cuando no
entendemos las dificultades ni aflicciones y nos cuesta resistirlas. Lo mejor
que podemos hacer es descansar en su Palabra y dejar que siga trabajando en
nosotros hasta que logre su objetivo. Al fin de cuentas no somos más que barro
en sus manos.
Padre: somos simplemente
barro del suelo. Solamente porque Tú nos miraste con amor nos has tomado en tus
manos para darnos forma, pero ¡cuánto nos cuesta dejarnos moldear a tu voluntad!
Papito amado, no tengas en cuenta nuestra rebeldía y terquedad y prosigue tu
trabajo. Gracias porque al final te deleitarás con tu obra majestuosa hecha, en
cada uno de nosotros.
Un abrazo y bendiciones.
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