Y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.
Lucas 2:6-7. NVI.
Lectura: Lucas 2:1-7. Versículos del día: Lucas 2:6-7.
MEDITACIÓN DIARIA
María y José tuvieron que
ir a Belén a inscribirse para un censo decretado por Augusto César. María se
encontraba en cinta (vv. 1-5), y como no había nada disponible donde pudieran pasar
la noche, no hubo más remedio que utilizar la pesebrera del lugar. Allí, en un
humilde pesebre nació nuestro bendito Salvador. Él, que es el Rey de reyes y
Señor de señores, el Hijo de Dios, no le importó venir a este mundo como el más
pobre y miserable de los hombres. La profecía se cumplió: “Pero de ti, Belén
Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará a Israel; sus
orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales” (Miqueas
5:2). Hoy después de dos mil años, ese Niñito Jesús que se hizo hombre, padeció,
fue crucificado y resucitó, aún desea que la humanidad entienda su propósito al
venir como el Mesías sufriente para que después quizá en estos tiempos, lo
veamos como el Glorioso Rey en su segunda venida.
Para esto, déjame decirte
que debes de aceptarlo en tu vida como tal. Él quiere morar contigo, la biblia
dice lo siguiente: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y
abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20); “Mas
a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de
ser hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por
voluntad humana, sino que nacen de Dios” (Juan 1:12-13); Palabras de Jesús a Nicodemo:
“De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios
—dijo Jesús” (Juan 3:3).
Hoy puede ser tu gran día;
te aseguro que no te arrepentirás. Es el momento propicio de Dios para que le
abras la puerta de tu vida. Si deseas hacerlo, te puedo guiar con una oración
como esta:
Señor Jesús: entiendo que
soy pecador y hoy decido abrirte la puerta de mi vida. Ven a morar conmigo en
el pesebre de mi corazón. ¡Te necesito! Gracias por hacerlo como lo dijiste y
por perdonarme. Hazme la persona que deseas que yo sea. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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