Yo soy la voz del que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor —respondió Juan, con las palabras del profeta Isaías.
Juan 1:23. NVI.
Lectura: Juan
1:19-28. Versículo del día: Juan 1:23.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando los judíos fueron
a preguntarle a Juan el Bautista ¿quién era él?, con claridad les contestó: “Yo
soy la voz del que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor”. Si no
era el Cristo, ni Elías, ¿por qué bautizaba? Le increpaban. “Yo bautizo con
agua, pero entre ustedes hay alguien a quien no conocen, y que viene después de
mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias”
(vv. 26-27). Juan fue adelante, abriéndole camino a su Salvador, para que
llegaran a sus pies todos los que quisieran conocerle.
Tal vez tampoco lo
conoces, pero déjame decirte que Él, es el Rey de Reyes y Señor de Señores.
Nació en un humilde pesebre hace dos mil años en Belén de Judá tal como fue profetizado
(Miqueas 5:2). Cuando Juan el Bautista bautizaba, Jesús comenzó su ministerio.
Por eso él dice que ni siquiera es digno de desatarle la correa de las sandalias.
Ya Juan sabía muy bien quién era el Salvador de la humanidad; pero te reitero
lo anterior con una pregunta: ¿Tú le conoces? Quizá solamente de oídas has
escuchado de Jesús. La misión de Jesús en el mundo se cumplió por ti y por mí.
Jesús vino a pagar por la transgresión del hombre donde tú y yo estamos
incluidos. Papá Dios nos envió ese regalo del cielo para que todos los que
aceptemos lo que hizo por nosotros, podamos tener el gozo de la patria
celestial. Si es tu deseo conocerle en verdad, te invito a orar así:
Señor Jesús:
reconozco que soy pecador y que Tú viniste a pagar por mi pecado. Hoy decido
aceptarte en mi vida como Señor y Salvador personal. Toma el control de ella y
hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdon
arme y limpiarme y gracias
por haber puesto tu mirada en mí. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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