viernes, 27 de diciembre de 2019

También te reconocemos como Rey, Dios y Hombre


Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. 
Mateo 2:11. NVI.

Lectura: Mateo 2:1-12.  Versículo del día: Mateo 2:11.

MEDITACIÓN DIARIA

Cada uno de los regalos ofrecidos por los sabios de oriente tiene un significado especial. El oro representa el homenaje que se le rinde a los monarcas y altos dignatarios y es sinónimo de pureza y divinidad; es el metal más preciado. Sirve para reconocer la realeza y grandeza de la persona. Con esto lo estaban reconociendo como el Rey que era; no solamente de los judíos sino como el Rey de reyes que es.
El incienso se les obsequiaba a las divinidades quemándolo en los altares y Jesús como hijo de Dios era merecedor de esta resina. En la cultura hebrea y judía se usaba para ofrecérselo a Dios. Estos reyes o magos reconocieron la divinidad del niño recién nacido y por eso le ofrecieron incienso como sacrificio agradable a Dios.
La mirra la usaban los judíos para embalsamar los cadáveres y también la usaron como perfume. Es decir, tiene que ver con lo humano. Nos enseña que Cristo se hizo carne, verdadero hombre que murió por nosotros. Ese niñito, tanto verdadero Dios como verdadero hombre que murió en la cruz y fue embalsamado con mirra.
Buscando en Google encontré este párrafo que me pareció muy bonito y lo quiero compartir con ustedes:
“Hoy el mago llorando encuentra en la cuna a aquel que resplandeciente, buscaba en las estrellas. (…) Hoy el mago discierne con profundo asombro lo que allí contempla: el Cielo en la Tierra, la tierra en el Cielo, el hombre en Dios, y Dios en el hombre, y a aquel que no puede ser encerrado en todo el universo incluido en un cuerpo de niño. Y viendo cree, y no duda y lo proclama con sus dones místicos: el incienso para Dios, el oro para el Rey, y la mirra para el que morirá”. San Pedro Crisólogo. Sermón 160.

Amado Jesús: no te vamos a ofrecer oro ni incienso ni mirra pero sí te reconocemos como el Rey de reyes que Eres; el Dios de naturaleza divina como el Padre y el hombre de naturaleza humana nacido de mujer. Gracias Señor Jesús por venir a este mundo para enseñarnos el verdadero amor y empezar a amarte por encima de todas las cosas como el Dios y Salvador de nuestras vidas. Permite que nuestras oraciones también se conviertan en el incienso ofrecido a Ti como loor fragante. ¡Te amamos bendito Jesús!

Un abrazo y bendiciones.

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