jueves, 26 de diciembre de 2019

También puedes conocerle antes de morir


Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. 
Lucas 2:30-32.  NVI.

Lectura: Lucas 2:21-40.  Versículos del día: Lucas 2:30-32.

MEDITACIÓN DIARIA

Estas son palabras de Simeón, un hombre devoto y justo que se encontraba en el templo cuando María y José llevaron al Niño para presentarlo al Señor. A él se le había anunciado que no moriría sin antes ver al Cristo del Señor. Por eso expresó: “Según tu palabra, Soberano Señor, ya puedes despedir a tu siervo en paz” (v. 29). No solo fue para él lo revelado, sino que también: “le dijo a María, la madre de Jesús: Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y a crear mucha oposición, a fin de que se manifiesten las intenciones de muchos corazones. En cuanto a ti, una espada te atravesará el alma” (vv. 34-35).
Así sucedió: muchos creyeron en el Señor como Salvador, pero otros se opusieron al mensaje de las Buenas Nuevas, y a María, lógicamente una espada le atravesó el alma. Creo que todas las madres sufrimos al ver el dolor en uno de nuestros hijitos, y María no fue la excepción. En la última película de ‘Jesús de Nazaret’, se vislumbra perfectamente el dolor de María cada vez que azotaban al Señor o cuando le colocaron la corona de espinas, o lo clavaron de manos y pies en ese madero.
Simeón tuvo la dicha de poder conocer y ver al propio Mesías antes de marchar con el Señor; pero tú, ¿consigues decir con firmeza y franqueza que puedes morir en paz porque tus ojos espirituales ya vieron la gloria del Señor reflejada en tu vida? (vv. 33-34). Jesús también desea cautivarte y guiarte por la senda correcta. No te desanimes, Dios puede hacerlo todo nuevo y obrar un milagro en tu vida. Oremos:

Amado Señor Jesús: gracias por perdonarme, limpiarme y permitirme conocerte antes de morir. Deseo empezar a vivir plenamente Contigo desde esta vida y tener la certeza de que me recibirás en tu gloria, cuando bien tengas llevarme, para estar por siempre a tu lado por toda la eternidad. ¡Te alabo y honro tu Nombre bendito Jesús!

Un abrazo y bendiciones.

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