Antes, cuando no conocían a Dios, ustedes eran esclavos de los que en realidad no son dioses. Pero, ahora que conocen a Dios —o más bien que Dios los conoce a ustedes—, ¿cómo es que quieren regresar a esos principios ineficaces y sin valor? ¿Quieren volver a ser esclavos de ellos?
Gálatas 4:8b-9. NVI.
Lectura: Gálatas 4:8-31. Versículos del día: Gálatas 4:8b-9.
MEDITACIÓN DIARIA
Infortunadamente, conociendo
ya el Evangelio de las Buenas Nuevas del Señor Jesucristo, muchos cristianos
quieren seguir bajo la ley. Yo pienso, que es por desconocimiento de la Palabra
en primer lugar y también, lógicamente, porque en sus iglesias se continúa predicando
la ley de Moisés sin tener en cuenta que estamos en el periodo de la gracia. “Esos
que muestran mucho interés por ganárselos a ustedes no abrigan buenas
intenciones. Lo que quieren es alejarlos de nosotros para que ustedes se
entreguen a ellos” (v. 17). Hay que pedirle al Espíritu Santo discernimiento;
es la Ayuda veraz que nos dejó el Señor. No solamente Él es nuestro Consolador
sino también nuestro guía (Juan 14:26). Va caminando con nosotros y a la vez
redarguyéndonos cuando caemos y con la ternura de siempre, nos levanta
nuevamente para proseguir la marcha.
La lectura nos recuerda dos
mujeres: Agar y Sara. Los hijos de Agar nacen para ser esclavos mientras que los
hijos de Sara son libres por la promesa dada a Abraham. “Ustedes, hermanos, al
igual que Isaac, son hijos por la promesa”; “Así que, hermanos, no somos hijos
de la esclava, sino de la libre” (vv. 28 y 31 en la lectura). El Evangelio de
la gracia es muy claro: Jesús es la Verdad (Juan 14:6). “y conocerán la verdad,
y la verdad los hará libres” (Juan 8:32). Jesús nos da completa libertad. Vivamos
entonces, de acuerdo a la libertad dada en Cristo Jesús.
Gracias Señor
Jesús porque Eres Tú el quien nos da completa libertad. Gracias porque en Ti
somos aceptos al Padre Celestial y de acuerdo a lo que dice tu bendita Palabra ya
no somos esclavos del pecado porque somos tus hijos. Somos libres por tu gracia
derramada sobre los tuyos. Gracias por
tu Santo Espíritu que habita entre nosotros para guiarnos diariamente por la
senda correcta. ¡Te alabamos y te adoramos Preciosa Trinidad!
Un abrazo y bendiciones.
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