lunes, 4 de noviembre de 2019

Jesús también llora por ti


Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: —¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. 
Lucas 19:41-42. NVI.

Lectura: Lucas 19:41-48. Versículos del día: Lucas 19:41-42.

MEDITACIÓN DIARIA

Jesús lloró por su ciudad; por el amor que le tenía y de verla tan indiferente hacia Él. Así, también llora por ti. ¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz!
Teniendo en cuenta la gran comisión en donde el Señor nos manda: “Por tanto, vayan y hagan discípulos” (Mateo 28:19-20); y también: “recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:8). Sabemos que nuestra Jerusalén es ante todo nuestra familia porque son los que más cerca tenemos; hoy, yo me atrevería a pensar que antes de llegar a los míos, estoy yo. La primera persona que necesita ser discipulada soy yo. O sea, cada uno de nosotros.
Quizá, un día tuviste la oportunidad de conocer a Jesús; no sé si lo aceptaste en tu vida como Señor y Salvador o solamente lo conociste como referencia porque asistías a una iglesia cristiana pero no fuiste discipulado por nadie y la semilla sembrada cayó en terreno pedregoso. La recibiste con alegría. pero surgieron los problemas y te apartaste de ella porque carecía de raíz. O tal vez, fue sembrada entre espinos: escuchaste la Palabra, pero el engaño y muchas otras cosas vinieron y la ahogaron; por lo tanto, tampoco pudo dar fruto. Mira, con mi corazón en la mano te digo muy sinceramente que vuelvas al redil de Jesús y continúes a su lado. Jesús llora por ti y te dice: “¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz!”. Déjate envolver en sus brazos. Deja que sea el mismo Espíritu Santo quien con su poder te haga un verdadero discípulo del Maestro Salvador. Te invito a orar los dos:

Jesús amado: retómame en tus brazos. Te pido perdón y te necesito con todo mi corazón. Haz de mí el discípulo que quieres que yo sea. Gracias porque, aunque te dejé, Tú nunca me has abandonado porque eres inmensamente Fiel y Misericordioso. Quiero seguir por siempre Contigo y ahondarme en tu Palabra que es viva y eficaz. ¡Te amo Jesús!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: