sábado, 2 de noviembre de 2019

Sus proezas son para contarlas

Señor, por tales cosas viven los hombres, y también mi espíritu encuentra vida en ellas. Tú me devolviste la salud y me diste vida. Sin duda, fue para mi bien pasar por tal angustia. Con tu amor me guardaste de la fosa destructora. 
Isaías 38:16-17. NVI.    

Lectura: Isaías 38:1-22.  Versículos del día: Isaías 38:16-17.

MEDITACIÓN DIARIA

Tal como le sucedió a Ezequías respecto a su salud, considero que me paso a mí cuando me diagnosticaron el cáncer de seno: “Mis ojos se cansaron de mirar al cielo. ¡Angustiado estoy, Señor! ¡Acude en mi ayuda!” (v. 14). Definitivamente llega un momento, en que solamente tenemos para voltear los ojos hacia Dios. Nos damos cuenta que la vida no es sino un suspiro; que de la noche a la mañana todo puede cambiar totalmente y que no somos nada aquí en la tierra.
Ezequías sufrió también su angustia de saber que pronto moriría y su clamor llegó hasta el Señor. Por intermedio del profeta Isaías, le dice así: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; voy a darte quince años más de vida” (v. 5). Y sí: “Tú me devolviste la salud y me diste vida. Sin duda, fue para mi bien pasar por tal angustia”. Es muy cierto que, a través de la enfermedad, Dios nos revela y enseña multitud de cosas que antes no habíamos tenido en cuenta. Una de las que yo personalmente puedo enumerar, es el de haber comenzado a enviar mis devocionales: primero a mis contactos, luego en el blog y a partir de este año también los subo al Facebook y en el WhatsApp a familiares y amigos que me han permitido hacerlo.  
“Los que viven, y solo los que viven, son los que te alaban, como hoy te alabo yo. Todo padre hablará a sus hijos acerca de tu fidelidad” (v. 19). Eso nos corresponde hacer: contarles a las generaciones venideras las proezas de la fidelidad y el amor de nuestro Dios.

Amado Dios: no me cansaré de divulgar tu gran amor y fidelidad hacia mí. Yo te alabo y te doy gracias porque has sido muy bueno conmigo. Enséñame Señor a seguir por tu camino sin desviarme ni dejarme llevar por las atracciones que ofrece el mundo. Perdóname por las veces que te he dejado; quiero vivir para Ti y que Tú me utilices en tu obra de salvación. ¡Gracias, muchas gracias bendito Dios! 

Un abrazo y bendiciones.

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