martes, 26 de noviembre de 2019

Con Cristo libertad y promesa

Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les conceda a los que creen. 
Gálatas 3:22. NV.

Lectura: Gálatas 3:15-25.  Versículo del día: Gálatas 3:22.

MEDITACIÓN DIARIA

Sin duda alguna todos somos pecadores y estamos esclavizados al pecado; o sea, en otras palabras, nos encontramos sumidos en ese pecado o como nos dice aquí el versículo ‘prisionero’ del pecado. “pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Pero, para eso vino Cristo Jesús, para librarnos de esa carga que ya nos es muy pesada. Dios en su infinita misericordia y amor, nos envió un Salvador (Romanos 5:8), y todo aquel que lo invite a su vida para que sea su Señor y Salvador va a quedar libre de ese peso. Y es a través de Jesucristo que tenemos la promesa hecha a Abraham y de la que nos habla hoy la lectura. Recordemos que somos injertos en la rama principal que vienen a ser los judíos. Nosotros llegamos porque ellos lo rechazaron. La ley que vino cuatrocientos treinta años después de darle Dios a Abraham la promesa, abarca a toda la humanidad. De no ser así, quedaría sin efecto la promesa (v. 17 en la lectura). Fijémonos que la promesa no tiene nada que ver con la ley. Por consiguiente, nosotros ahora vivimos por gracia no por ley y además de eso, somos partícipes también de esa promesa. ¡Gloria a Dios por su bondad tan grande y sin merecerla!
Todo el mundo sin excepción, por más bueno que se considere y no le haga mal a nadie está ante los ojos de Dios como pecador; el único que nos puede justificar es Jesús de Nazaret y nos justifica cuando reconocemos lo hecho en esa cruz por cada uno al morir por nuestros pecados y nos da vida eterna con su resurrección.  Por eso si aún no le has dicho a Jesús que tome el control de tu vida, te invito a que lo hagas:

Señor Jesucristo: yo te necesito; sé que soy pecador y ahora quiero venir a Ti para que me perdones y limpies. Toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias te doy por limpiarme y perdonarme. Gracias porque Contigo tengo la verdadera libertad y soy partícipe de tu promesa ¡Te amo buen Señor!          

Un abrazo y bendiciones.

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