martes, 12 de noviembre de 2019

Todos somos débiles

Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. 
2 Corintios 12:9. NVI.

Lectura: 2 Corintios 12:1-10.  Versículo del día: 2 Corintios 12:9.

MEDITACIÓN DIARIA

Definitivamente pasamos por situaciones en las que nos creíamos fuertes, pero Dios mismo se encarga de mostrarnos lo débiles que somos y que no estamos exentos de caer como cualquier otra persona. No se sabe cuál fue el sufrimiento o dolencia de Pablo que dice, le fue clavada en el cuerpo como una espina, solamente con el ánimo que no se enalteciera por todo lo revelado por Dios a él.
Considero que así suele suceder con nosotros, aunque no hayamos experimentado la visión extraordinaria que Dios sí le dio a Pablo. Sin embargo, cuando creemos que somos muy maduros ya en las cosas del Señor, o nos consideramos muy autosuficientes, el mismo Dios también permite situaciones en las que nos damos cuenta que de todo lo que sabíamos era muy poco lo que en realidad practicábamos. Una cosa es ver los toros desde la barrera y otra muy diferente estar en el ruedo. Somos débiles, muy débiles pero el poder de Dios, su fuerza, se realiza plenamente en lo débil. Por esta misma razón, personalmente he aprendido, que lo mejor es no criticar a nadie y mucho menos juzgarle porque con ese mismo juicio voy a ser juzgada (Mateo 7:1); y en eso mismo voy a caer (Romanos 2:1). Así que nadie por espiritual que se considere está exento de caer porque todos somos débiles y por eso necesitamos tanto de su gracia.

Amado Señor: gracias porque, aunque somos débiles, Tú siempre estás ahí para levantarnos y fortalecernos. Gracias porque es tu Santo Espíritu quien nos corrige y a la vez nos da la capacidad de tener dominio propio sobre aquello en que hemos detectado flaqueza. Gracias bendito Señor por tu amor tan inmenso al regalarnos tu gracia. De verdad, solamente necesitamos de ella para continuar por tu senda. ¡Te alabo y te doy a Ti toda la honra y gloria por siempre!

Un abrazo y bendiciones.

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